en barbecho
Bibliotecosas: bitácora declarada en barbecho por manifiesta y reiterada incomparecencia del autor.
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Agradecimientos :O)
- Catuxa
- solodelibros
- Geekteca
- Yavannna (también en barbecho)
- Lautreamont
- Ferran
- catorze
Bibliotecosas: bitácora declarada en barbecho por manifiesta y reiterada incomparecencia del autor.
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Agradecimientos :O)
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- solodelibros
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- catorze
Umberto Saba (1833-1957) fue poeta y librero (no es el primero que aúna esta doble condición de los que han recaído por aquí). Regentó una librería de viejo en Trieste a la que alude esta hermosura de soneto (y van...) con la que he tropezado en este foro.
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Una extraña tienda de antigüedades
se abre, en Trieste, sobre una calle secreta.
Frente a los anaqueles el ojo errante goza,
de antiguas ediciones la pátina dorada.
Vive en ese lugar, tranquilo, un poeta.
De los muertos, en ese viviente lapidario,
cumple su obra, honesta y placentera,
del pensativo Amor, ignoto y solitario.
Morir deshecho por el fervor secreto
quisiera un día; sobre las amadas páginas
cerrar los ojos que han mirado tanto.
Y lo que de su tiempo no fue dicho
ni de su espacio, mucho más bello se lo dijo
el arte, mucho más dulce hizo su canto.
Umberto Saba
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Una de las primeras y principales leyes del blog debiera ser la siguiente: No te fíes de nadie; desconfía singularmente de amigos y compañeros: más tarde o más temprano, incluso quien bien te quiere acabará por pasarte un meme ;O)
En fin, que aquí va lo mío:
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Luna llena. De repente, el fogonazo en su cerebro: los recuerdos de infancia, el amor de Mercedes... en un instante fugaz y violento se diluyeron en un caos oscuro y turbulento, como gotas de lluvia que caen sobre un torrente. Luna llena. Volvía a ser el muñeco, el títere, la marioneta cuyos hilos manejara un destino telúrico y salvaje. Luna llena, ventana abierta: un salto hacia fuera, ya sin control humano, dejando atrás un desorden de bolígrafos, la televisión en el suelo, arrastrando en su caída el teclado y el monitor de su PC, dejando atrás al hombre para obedecer, una vez más, la llamada de la carne, para cumplir con su cíclica condición de licántropo.
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Las anteriores entregas:
Parte 1 - SpaceBoom
Parte 2 - Anieto2k
Parte 3 - La Brújula Verde
Parte 4 - Criando Cuervos
El meme, por supuesto, se lo devuelvo a mi querida Yav, de donde vino. Mis palabras son: hombre, sombra, libro, suerte, sangre.
A Pío Baroja, narrador de cabecera de alguna amiga, le conocía la querencia por la Cuesta de Moyano; pero, a lo que parece, fue más cosmopolita de lo que suele pensarse. Valga este botón, con el que me topado en El rincón de Nora.
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BOUQUINISTE
Del puente de Solferino
hasta el quai de la Tournelle,
¡cuantas veces he pasado
en busca de algo que leer!
He recorrido los puestos
con una constancia fiel
de culto y grave bibliófilo,
aunque no lo llegue a ser.
Hace algo más de ocho lustros
que esa busca comencé;
puede que ya la abandone
por pereza o por vejez.
Conozco caja por caja
el muelle de Saint–Michel.
el de Conty y Montebello,
el de Orsay y el de Voltaire.
Estas orillas del Sena
son un inmenso almacén
de cuadros, libros y estampas
de viejo y nuevo a la vez.
Cuando voy en mi paseo
desde la estación de Orsay,
a la izquierda, sobre el río,
esto es lo que suelo ver:
el Louvre y las Tullerías,
la fuente del Chatelet,
el espolón de la isla
antigua de la Cité,
que tiene aspecto de barco,
con su proa y su bauprés,
y luego, como las velas,
de la nave parisién
en cielo claro o brumoso
con sol al atardecer,
las torres de Nôtre–Dame
es un cielo de satén.
Parece una tela suave
de Monet o de Sisley,
con tonos de rosa pálido
y colores de Vermeer.
A veces, entre las cajas
de libros, se empieza a ver
el cauce del Sena oscuro
como un canal holandés,
y al buen pescador de caña
con su anzuelo y su cordel,
que espera con optimismo
que en el agua pique un pez.
Yo tomo el Metro en la plaza
próxima de Saint–Michel,
y voy, cambiando estaciones,
a la calle de Marboeuf.
Allí me meto en mi cuarto
y me dedico a leer
lo que he comprado en un puesto
del muelle de Malaquais.
Pío Baroja
Tan bon punt m'ho ha comentat en Jaime ha esdevingut la meva primera gran alegria de la jornada. I és que no se m'acut un lloc millor on anar de "recomendado" :0)
Qui n'hagi estat l'anònim compilador, que sàpiga que ha fet feliç un Iulius.
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Gracias mil, Ferran, por la traducción.
No bien me lo comenta Jaime y es ya mi pequeña gran alegría de la jornada. Y es que no se me ocurre mejor sitio para ir de recomanat :O).
Quien fuere el anónimo compilador, sepa que ha hecho feliz a un Iulius.
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[...]
America why are your libraries full of tears?
[...]
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Allen Ginsberg (1926-1997)
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Vía Lautreamont
Después de hojear con displicencia
nuevos y numerosos magazines,
algún libro de vieja y docta ciencia
páginas magnas y conceptos ruines,
cansado ya de la literatura,
de libros, de periódicos y estantes,
ambiciono la mágica aventura
que en el sendero aguarda a los errantes.
Vida de biblioteca y de tristeza,
de ensueños vanos, de esa gran pereza,
gris pajarraco de mirar sombrío,
no eres digna de mí, pues mi alma encierra
fuertes anhelos de cruzar la tierra,
y nostalgias insomnes del vacío.
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Nada más y nada menos que "Documenea" (muy eufónico no suena, no, pero gracia tiene un rato). Acabo de verlo en IWETEL y me parece una idea singularmente afortunada; se trata de una suerte de "menéame" bibliodocumental :O).
Así que, ya sabes, ¡documenéalo! ;O)
John Donne (1572-1631), poeta, prosista y clérigo inglés, es un clásico de la literatura anglosajona bastante mal conocido por aquí. Sin embargo, es probable que muchos de nosotros pudiéramos citar unas líneas, o al menos una frase, de Donne (es más de lo que podríamos citar de tantos otros clásicos canónicos). Se debe al hecho de que Ernest Hemingway sonsacara un párrafo de las Devociones de Donne para encabezar una novela de singular fortuna cuya acción se enmarca en la guerra civil española, y, aún más, extrajera una frase de ese párrafo para darle título: Por quién doblan las campanas (y a la circunstancia de que la novela conociera una apreciable versión cinematográfica). La cita viene a ser más o menos de este tenor:
"Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo. Cada hombre es un fragmento del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, tanto si fuera un promontorio, como si fuera la casa de uno de tus amigos o la tuya propia: la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."
Seguro que muchos la recordabais casi literalmente. Es una reflexión tan noble y expresada en una forma tan hermosa que se hace difícil de olvidar.
Si retrocedemos un par de párrafos en esa misma meditación de Donne, nos encontramos con este otro símil, no menos digno y hermoso y que nos compete mucho más:
..."all mankind is of one author and is one volume; when one man dies, one chapter is not torn out of the book, but translated into a better language; and every chapter must be so translated. God employs several translators; some pieces are translated by age, some by sickness, some by war, some by justice; but God's hand is in every translation, and his hand shall bind up all our scattered leaves again for that library where every book shall lie open to one another."
Que viene a ser algo parecido a esto:
..."toda la humanidad es un único libro de un sólo autor; cuando un hombre muere, no se arranca un capítulo del libro, sino que se traduce a un lenguaje mejor; y todos los capítulos deberán ser traducidos de este modo. Dios emplea varios traductores; unos fragmentos son traducidos por los años, otros por la enfermedad, otros por la guerra, otros por la justicia, pero la mano de Dios está presente en todas las traducciones, y su mano volverá a encuadernar nuestras hojas esparcidas para esa biblioteca en la que todos los libros estarán abiertos los unos para los otros."
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P.S.: cada vez me cuesta más vencer la pereza para actualizar Bibliotecosas... esto no pinta nada bien :O(
Nairobi, 1976. A ritmo de tango, el cronopio universal añoraba en este poema la pequeña biblioteca de su piso del Barrio Rawson. Más detalles, foto de la biblioteca incluida, en esta web.
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RECHIFLAO EN MI TRISTEZA
Te evoco y veo que has sido
en mi pobre vida paria
una buena biblioteca.
Te quedaste allá,
en Villa del Parque,
Con Thomas Mann y Roberto Arlt y Dickson Carr,
con casi todas las novelas de Colette,
Rosamond Lehmann, Charles Morgan, Nigel Balchin,
Elías Castelnuovo y la edición
tan perfumada del pequeño
amarillo Larousse Ilustrado,
donde por suerte todavía
no había entrado mi nombre.
Julio Cortázar, Nairobi 1976
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[...] era inevitable que acabara oyendo o leyendo sobre los tres incendios de la biblioteca de Alejandría; dos accidentales, y el otro intencionado. Tenía nueve años cuando me enteré y me eché a llorar. [...]
Bradbury hablando de su inspiración para escribir Fahrenheit 451. Vía Maelmori.
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BIBLIOMANÍA
Quiere "Bebé" ser grande a toda prisa,
y le dan un Catón... y algún azote.
Sin saber aún rezar el monigote,
le compran su primer libro de misa.
A su sed de aventuras y a su risa,
ya mozo, abre horizontes el "Quijote".
Glosa luego, atusándose el bigote,
las cartas de Abelardo y Eloísa.
Puesto ahora en trance de vivir despacio,
en su Tívoli umbroso y bien provisto
gusta la Odas y Épodos de Horacio.
Mas llega la vejez; y cuando ha visto
que el tránsito se acerca, y no reacio,
dase a aprender la "Imitación de Cristo".
Eduardo Luis del Palacio
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Me lo envió ya hace un tiempo ese amigo amable y laborioso que tiene bibliotecosas en los plus ultra: Jaime Humberto Medina Medina, que lo halló a través de una lista de correo de lo más particular (no perderse el enlace, es, fuera de duda, lo mejor del post)...
A él se le antojó humor blanco según me dijo, a mí se me antoja de lo más políticamente incorrecto (y por eso lo publico ;O)).
Abro comillas:
Fr. Nelson M.a.. 100 años de humor alemán.
b.. Manual de cocina británica.
c.. Grandes astronautas somalíes.
d.. Esquimales famosos.
e.. La hospitalidad francesa.
f.. Una cita romántica... por Mike Tyson.
g.. El gran libro del conocimiento gallego.
h.. Grandes actores nepaleses.
i.. Ley antimonopolios... por Bill Gates.
j.. Todo lo que el hombre sabe de la mujer.
k.. La guía del matrimonio honesto... por Bill Clinton.
l.. Cómo evitar que su esposo la engañe... por Hillary Clinton.
m.. En la senda del Mahatma Ghandi... por Osama Bin Laden
n.. Los derechos de la mujer en medio oriente.
o.. El derecho de voto de los emigrantes... por Fidel Castro
p.. Los derechos de todo el mundo fuera de los EEUU, por George Bush y George W. Bush
q.. Consejos etíopes para la dominación del mundo.
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Gracias, Jaime Humberto, y (por interposita persona) gracias, Fray Nelson :O)
No soy un friki al uso. No creo que los que me conocen me tengan por tal, ni que ningún club del ramo aceptara contarme entre sus socios. Así que no sé muy bien qué hacer con este meme que me endosa Maelmori... pero acepto el envite (al fin y al cabo y lato sensu... ¿quién no lo es (friki)?) :O)
Se trata de sacar un objeto friki del armario de uno; ya lucí mi Harrius Potter: válgame ahora esta edición de Asterix... en latín.
Para los curiosos, el archisabido e inmarcesible incipit de sabor juliano de los Asterix se lee tal que así en la lengua del imperio (antiguo):
"anno a.C.n.L.: tota Gallia, quae, ut vides, est divisa in partes quinque, a Romanis occupata est... Totane? Minime! Vicus quidam a Gallis invictis habitatus invasoribus resistere adhuc non desinit. Neque vita facilis legionariis Romanis, quibus sunt castra bene munita Babaorum, Aquarium, Laudanum Parvibonumque..."
:OD
El caso es que extravagante, bienhumorado e impagable el hallazgo de Bartleby. No te lo pierdas. Piérdetelo si quieres, pero preferirás no hacerlo ;O)
LA BIBLIOTECA
Esta es la vieja biblioteca, que por extraños avatares de las guerras carlistas
vino a parar a este bajo techado de la cámara
-y el escritorio donde se firmaron sentencias de muerte-.
Existen tratados de metafísica,
cartularios, manuales de agricultura, poesías completas,
odas y dísticos, mapas con eolos y céfiros.
Paso vagamente las páginas. Y las cierro.
Los transporto del estante de la derecha al de la izquierda,
del de la izquierda al de la derecha;
saco de alguno de ellos recetas de un médico,
tarjetas enviadas por un confuso individuo a su mamá
desde Solingen. Voy a mirar los cepos.
Vigilo la parada del agua.
Hago café. Subo de nuevo hasta el desván. Me detengo
en el rellano. Olvidaba la llave,
la llave de la cripta, donde se amontonan las mecedoras.
He contemplado fijamente los libros. Están los gruesos,
los más gruesos, los crujientes, los blandos.
Fijamente los he contemplado, los blandos, los más blandos.
Los he vuelto a amontonar y arrojar en los cestos
una vez y otra, como medidas de áridos.
A veces me detengo junto a la biblioteca, esa es la verdad,
le doy algunas vueltas, manoseo su mapamundi,
Los Nueve años de vida errante, de Cabeza de Vaca,
el Fuero Juzgo.
Y los transporto del estante de la derecha al de la izquierda,
del de la izquierda al de la derecha.
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SIMÓN, César. Una noche en vela: antología poética. Sevilla: Renacimiento, 2006. ISBN: 84-8472-193-0. 174 p.
[...]
Ya está: sólo soy un lector. Lo demás es miseria o corolario. Y el lugar de un lector, su palacio, su alula y su palestra es la biblioteca. He leído que algunos aprenden grandes cosas sobre el universo y nuestras servidumbres para con él bajando a las cloacas o convocando a los dioses: por mi parte, sólo puedo decir que leí su testimonio junto a muchos otros y eso me basta. Supongo que tendrán razón, lo mismo que yo tengo una para no haberlos imitado. De modo que si me inquieren sobre qué libro o libros me llevaría a una isla desierta no sé cómo contestar porque la única isla desierta que conozco -desierta de adláteres pero abarrotada de íntimos fantasmas- es precisamente la biblioteca en la que moro desde que tengo uso de razón, o lo que es igual: capacidad de leer.
Mi biblioteca ideal se confunde, pues, con mi biblioteca real, convertida por la fatalidad del apasionamiento en el ideal real de mi vida. Y para hablar de mi biblioteca como es debido tengo que empezar por el hecho que más la caracteriza: su desorden. No es un desorden completo, un pleno azar, el caos. Sería una empresa titánica yuxtaponer los libros sin consentir en su vecindad rastros de afinidad o simpatía. Desordenar por completo una biblioteca ha de ser aún más difícil que ordenarla del todo (también desordenar es ordenar al revés, para lo cual hay que conservar un orden intencional en la cabeza y la voluntad de contrariarlo en la práctica; esa coacción favorece mil formas nuevas de orden rebelde que subvierten el desorden establecido: si intentamos corregirlas en un estante provocamos otras nuevas en los demás, etcétera). No, el desorden de mi biblioteca no es perfecto ni buscado, sólo se trata de un orden fracasado al que derrotaron poco a poco la incesante acumulación de novedades y la pereza de su gestor: un desorden como el del universo, para que ustedes me entiendan y que me perdone Borges el guiño a su inolvidable biblioteca de Babel.
Agobiados bajo excrecencias incontrolables y ramificaciones caprichosas quedan aún vestigios del orden primigenio, algo así como núcleos de emoción que estructuran vagamente el conjunto informe, orientando un poco las pesquisas de mi desmemoria aunque de modo reiteradamente falible. Supongo que puedo considerar como los libros más importantes para mí aquellos cuoya ubicación no he perdido del todo, los que estoy aún seguro (¿seguro?) de que podría encontrar si quisiera, en torno a los cuales por vago parentesco va cristalizando el resto más y más indómito de la biblioteca. [...]
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SAVATER, Fernando. Loor al leer. Madrid: Aguilar, 1998. ISBN: 84-03-59605-7. 234 p. (pero diminutas, ojo, que es un crisolín) ;O)