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bibliotecosas

...imprescindible...

Podrán aducir razones bien diversas contra el blogomundo hispanoparlante o castellanoescribiente éste, pero se les acabó achacarnos que aquí no hay poesía y prosa de altura.

Un lujo: pasen y vean...

...en donde Gómez Losada continúa encuadernando paisajes...

Me siento culpable: me escuece el remordimiento agridulce del ladrón que contempla su presa reciente... Me avisa de que ha colgado una nueva muestra de su trabajo en su página y no me he demorado un día en afanársela para adornar la propia. A cambio, un comentario tan bienintencionado y sincero como insuficiente... En fin, si al juez le gusta el arte igual me gano su comprensión y acabo mereciendo su benevolencia :O)

Seguro que ninguno de los bibliotecosos habituales se mostraría severo conmigo... ¿cierto?

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paisajes encuadernados (versión 2). óleo /libro. 2005

...la biblioteca particular de Caballero Bonald...

Éste me resulta particularmente hermoso, no sé bien porqué... tiene algo como de belleza decantada, aquilatada... espero que os guste al menos la mitad que a mí :O)

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BIBLIOTECA PARTICULAR

Comparecen los libros en lugares
anómalos, se juntan
con indolente asimetría:
un tropel
de vestigios locuaces,
pendencieros, irresolutos, lerdos.

He pugnado con ellos
durante muchos años: los he visto nacer,
durar, languidecer. Han resistido
intemperies, saqueos, turbamultas.

Algunos llevan dentro
la ponderada prueba de mi envidia,
los más el distintivo
incorregible de la decepción

Mi error fue abrir un día un libro.

(Jack London, The Sea Wolf)

José Manuel Caballero Bonald

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Mi ejemplar:
CABALLERO BONALD, José Manuel. Somos el tiempo que nos queda: obra poética completa. Barcelona: Seix Barral, 2004. ISBN: 84-322-0880-9. 540 p.

fuimos cual polvo de los anaqueles...

Bueno, son endecasílabos, sí, pero es difícil encontrar un soneto más alejandrino :O)

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Nunca preguntes por Alejandría
caravanero perdido en la arena
náufrago mustio de amor y de pena
tórrido el sueño y la noche fría

Lánzate en brazos de antigua teoría
Traza en el suelo las hipotenusas,
y ángulos rectos, placer de las musas,
ebrias de lógica y de geometría

Siempre vivimos para los papeles
fuimos cual polvo de los anaqueles
bibliotecarios de melancolía

Tarde se ha hecho para la frontera
nunca logramos salir hacia fuera
siempre estuvimos en Alejandría

Jesús Mosterín

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Siempre estuvimos en Alejandría. Julia García Maza (ed.). Madrid; Valencia: Asociación de amigos de la Biblioteca de Alejandría; Edicions Alfons el Magnànim, 1997. ISBN: 8479521848.

damas y caballeros: el post del año en catorze...

No podéis dejar de verlo / de verlos :OD

participa...


Pulsa, no te reprimas, si lo estás deseando... pulsa sin miedo, vamos, dame ese ruidito que suena "click"...

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Ánimo chicos, Yav, Eli y todos los demás: todo va a salir de perlas :O)

más Yánover...

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[...]

- ¿Me da Antología?
- ¿Antología de qué?
- ¿Cómo? ¿Hay muchas?

[...]

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[...]

- ¿Tiene El negro sentimental?
- ¿Conoce el nombre del autor?
- Sí, un gallego que ahora está de moda...
- ...¿Salvador de Madariaga?
- Sí, ése.
- Entonces el libro que usted busca se llama El semental negro.

[...]

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[...] Pues esta señorita me pide:
- El lobo éste, parió.
Por El lobo estepario de Hermann Hesse. Mucho, ¿no?

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YÁNOVER, Héctor. Memorias de un librero escritas por él mismo. Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1994. ISBN: 84-7979-230-2. 271 p.

el bibliotecario humanista en konvergencias

Muy interesante la reseña de un libro que también ha de serlo, ofrecida en konvergencias, una bitácora que cada día me gusta más :O).

documentamanía en la bibliodocublogosfera

La curiosa historia de "documentamanía" nos la narró poco ha nuestro ínclito decano y no es cuestión de redundar... decir someramente que se trata de un ejercicio de posicionamiento propuesto a los alumnos de Documentación de la Universidad Carlos III.

Pues bien, una de las múltiples y multiformes "documentamanías" resulta que ha escogido el formato bitácora :O), así que no podemos menos que, desde aquí, apoyarla con un enlace y estas líneas: es nuestra favorita ;O)

Suerte en la singladura (y en la asignatura)

...como pájaros con sus alas plegadas...

BIBLIOTECA

Son como pájaros con sus alas plegadas
y su pico al aire, solitarios,
en fila sobre los anaqueles. Sueñan,
esperan años, siglos, como mendigos silenciosos,
con la mano extendida; quizá monjes,
acodados en su sillería,
para un solemne oficio, tantos libros.
No son sino papel cosido, letras, pero
no ha habido déspota en el mundo
que no haya temblado en su presencia, porque
los ojos son, la boca, el ánima,
de todos los muertos de la tierra.
Miran y miden tu estatura,
si aún no eres un hombre
y necesitas conversación con Descartes,
los "Pensées" y quizás Safo,
tantos y tantos otros, llama
viva, consolación, acogimiento,
en tu hora oscura. Escucha
entonces: Niccolò Maquiavelo
se vestía los trajes con que visitaba a los príncipes,
para abrirlos a la caída de la tarde; toma
tú una candela y ve a su audiencia
para que te acompañen tantas vidas.
¡Es tan corta la tuya!
¡Tan pequeña!

José Jiménez Lozano

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Siempre estuvimos en Alejandría. Julia García Maza (ed.). Madrid; Valencia: Asociación de amigos de la Biblioteca de Alejandría; Edicions Alfons el Magnànim, 1997. ISBN: 8479521848.

...de las memorias de Yánover...

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"-¿Tienen Crimen y castigo de Doctor Jekyll?"

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YÁNOVER, Héctor. Memorias de un librero escritas por él mismo. Madrid: Anaya y Mario Muchnick, 1994. ISBN: 84-7979-230-2

Rimbaud y el bibliotecario

El bibliotecario del colegio lo ignoraba (sería injusto exigirle tal capacidad de previsión), pero el chaval, prácticamente un niño, que tenía delante era tan precoz como genial; la anécdota, que en cualquier otro caso no hubiera trascendido por su trivialidad, hoy es, para nuestra desventura, historia de la literatura con mayúsculas...

Se trata del bibliotecario del colegio de Rimbaud, displicente y reacio a levantarse de su silla para buscar los libros que le solicitaba Arturito, y la anécdota está en la génesis del poema "Los sentados", escrito en 1871. Afortunadamente el poema se convirtió en una invectiva genérica contra el apoltronamiento (la palabra "bibliotecario" no se menciona, aunque Rimbaud mismo narró la bien conocida anécdota "inaugural"). En cualquier caso, colegas, y hasta que no consigamos aducir testimonios a favor, me temo que a los simbolistas los tenemos en contra :O(

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LOS SENTADOS

Costrosos, negros, flacos, con los ojos cercados
de verde, dedos romos crispados sobre el fémur,
con la mollera llena de rencores difusos
como las floraciones leprosas de los muros;

han injertado gracias a un amor epiléptico
su osamenta esperpéntica al esqueleto negro
de sus sillas; ¡sus pies siguen entrelazados
mañana, tarde y noche, a las patas raquíticas!

Estos viejos perduran trenzados a sus sillas,
al sentir cómo el sol percaliza su piel
o al ver en la ventana cómo se aja la nieve,
temblando como tiemblan doloridos los sapos.

Los Asientos les brindan favores, pues, prensada,
la paja oscura cede a sus flacos riñones
y el alma de los soles pasados arde, presa
de las trenzas de espigas donde el grano cuajaba

Los Sentados, cual músicos, con la boca en sus muslos,
golpean con sus dedos el asiento, rumores
de tambor, del que sacan barcarolas tan tristes
que sus cabezas rolan en vaivenes de amor.

––¡Ah, que no se levanten! Llegaría el naufragio...
Pero se alzan, gruñendo, como gatos heridos,
desplegando despacio, rabiosos, sus omóplatos:
y el pantalón se abomba, vacío, entorno al lomo.

Oyes cómo golpean con sus cabezas calvas
las paredes oscuras, al andar retorcidos,
¡y los botones son, en su traje, pupilas
de fuego que nos hieren, al fondo del pasillo!

Mas tienen una mano invisible que mata:
al volver, su mirada filtra el veneno negro
que llena el ojo agónico del perro apaleado,
y sudas, prisionero de un embudo feroz.

Se sientan, con los puños ahogados en la mugre
de sus mangas, y piensan en quien les hizo andar;
y del alba a la noche, sus amígdalas tiemblan
bajo el mentón, racimos a punto de estallar.

Y cuando el sueño austero abate sus viseras,
sueñan, sobre sus brazos, con sillas fecundadas:
auténticos amores, mínimos, como asientos
bordeando el orgullo de mesas de despacho.

Flores de tinta escupen pólenes como tildes,
acunándolos sobre cálices en cuclillas,
como a ras de unos gladios un vuelo de libélulas
––y su miembro se excita al rozar las espigas.

Arthur Rimbaud

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RIMBAUD, Arthur. Poesías completas. Prado, Javier del, tr. y ed. lit. Madrid: Cátedra, 1996. ISBN: 84-376-1465-1

para nota...



La pregunta no por obvia es menos perentoria... ¿quién es quién?

Aportaciones, apuestas y apostillas en los comentarios: gracias

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P.S.: a ambas dos mis parabienes :O)

un regalo en mi buzón

Un regalo en tu buzón a primera hora de la mañana es algo poderoso, magnífico... y si es lunes más aún: un regalo en tu buzón a primera hora de la mañana te reconcilia con el mundo, establece una tregua, al menos durante un tiempo... y si se trata de un lunes ceniciento, una sorpresa en tu buzón, que abrirás según abres la jornada, es algo inapreciable.

Gracias, A. :O)

arcoiris libroso

Comenta hoy Yusef que Paco Naranjo organiza su biblioteca personal por colores (en realidad por materias y dentro de cada una por colores), por razones de memotecnia...

La cosa me ha traído a la memoria un post que revisé hace tiempo y que igual ha sido ya archicomentado en este biblioblogomundo hispano, pero que no puedo sustraerme a recuperar... La librería Adobe, de San Francisco, accedió a colaborar con el artista local Chris Cobb en la realización de su proyecto... de una instalación peculiar: toda la librería (veinte mil volúmenes nada menos) organizada por colores, un verdadero arcoiris libroso. Me hubiera encantado deambular un ratillo in situ, durante la semana que duró el evento, pero al menos tenemos fotografía / s del acontecimiento, y me ha apetecido adornar Bibliotecosas con una de ellas :O)



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P.S.: está bien, confesaré lo inconfesable: lo que de verdad me encantaría sería coger por banda una biblioteca de veinte mil volúmenes con alguna que otra colega, ponerla patas arriba (a la biblioteca, a la biblioteca, no a la colega), y volverla a organizar por colorines... qué deleite :OD

la patología de González Iglesias, que es asimismo la propia

Hallé la primera referencia sobre este poema en el Biblioclasmo de Fernando R. de la Flor, obra de la que a no tardar daré razón. Me consuela (mal de muchos...) ver tan justamente descrita la patología de un trauma que también es el mío... ¿algún afectado más?

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SÍNDROME DE LA FNAC

"Vértigo de los libros, combinado
de agorafobia y claustrofobia, que
- por visión simultánea de tantos universos
históricos o íntimos, provisionalmente comprimidos
y a punto de estallar hacia otro caos -
se da en algunas macrolibrerías,
bibliotecas y ferias. Solamente
afecta a los amantes de los libros."

J. A. González Iglesias

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GONZÁLEZ IGLESIAS, Juan Antonio. Esto es mi cuerpo. Madrid: Visor, 1997. ISBN: 84-7522-380-X. 64 p.

Valverde tiene un lector invisible

Valverde tiene un lector invisible

EL LECTOR INVISIBLE

Ya he contado alguna vez que uno es visitante asiduo de la Biblioteca Pública. En pocos sitios me siento tan a gusto, tan en casa. Hablamos de un lugar para todos, lleno de civismo, de silencio y de libros, ¿qué más se puede pedir? Como quiera que el número de revistas que llegan es cada vez menor y las mesas están repletas de estudiantes con cara de ángel y convocatoria de septiembre, me decido por el "servicio de préstamos" y me voy con mi ejemplar puesto. Rara vez hago esto. Me cuesta mucho trabajo leer un libro que no es mío, sobre todo porque siempre leo con un lápiz en la mano (reminiscencia judía, según Steiner) y los surayados y las anotaciones me están vedados en el volumen ajeno. Si no tengo más remedio, recurro a algún amigo de confianza o, claro está, a la biblioteca. No siempre está uno en disposición de comprar todos los libros que quisiera y a cierta edad y unas cuantas mudanzas a la espalda, ya se conoce, por una parte, el peligro que corre quien almacena libros, y, por otra, que la mejor biblioteca privada no es la que tiene más ejemplares. De un tiempo a esta parte vengo notando una curiosa coincidencia ...

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Y por hoy he decidido que os veis monísimos con la miel en los labios (que os dejo con las ganas, vamos) :O)
El que quiera más (no se arrepentirá), que haga lo del cántaro, que vaya a la fuente:

VALVERDE, Álvaro. El lector invisible. Mérida: Editora regional de Extremadura, 2001. ISBN: 84-7671-642-7. 132 p.

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¿Aún con ganas de más?

Poesía:
VALVERDE, Álvaro. Mecánica terrestre. Barcelona: Tusquets, 2002. ISBN: 84-8310-786-4. 128 p.

Narrativa:
VALVERDE, Álvaro. Alguien que no existe. Barcelona: Seix Barral, 2005. ISBN: 8432212008. 240 p.

La novela de un exlibris (y VI)

...

Caso, como puede verse, interesante entre todos, sobre todo por el carácter verdaderamente extraño y singular del protagonista, que podría ser excelente tema de estudio para el Doctor Lombroso; caso tan curioso que hay lugar a preguntarse si realmente el bibliotecario bibliómano y ladrón fue impelido a robar por algún otro motivo. Pero no, no hay lugar a duda. Después del robo, Roberto, metódico y meticuloso como siempre, había anotado en su carnet una especie de balance preventivo de las 500 pesetas mal adquiridas; era una lista de las compras en que quería invertirlas: Una pequeña caja de imprenta, una máquina fotográfica,; gastos de encuadernación en pergamino; Petzholdt: “Biblioteca Bibliográphica”; Brunet: “Manuel du libraire et de l’amateur de livres”; Krafft-Ebing: “Lehrbuch der Psychiatrie”; Kraepelin: “Psychiatrie”; Schopenhauer: “Le monde comme volonté et comme représentation”.
Se encontraron en su casa cantidad de libros robados de la casa editorial en que había estado antes empleado, del Círculo Filológico, de amigos y conocidos que se los habían dejado en préstamo, libros de las materias más variadas, desde la esgrima a la teología, lo que prueba el eclecticismo del novísmo coleccionista. Por fin, había también cierto ”Manual de Química” de mi propiedad, cuya desaparición noté un día en el colegio. En este libro como en infinidad de otros, se encontró debajo de la marca del ladrón, el exlibris del robado.
¡Infeliz Roberto! Ahora más que nunca me explico el símbolo de tu atrevido exlibris, cuyo lema quitaste a Proudhon (menos mal, en cuanto a esto) y cuyo dibujo, que firmaste Robille, robaste a Roubille.
Más que nunca comprendo como las “Memorias del príncipe de los ladrones” pudieran ayudarte en tu innoble empresa y entiendo maravillosamente el sentido recóndito de tu egoísta lema: ”No presto libros a nadie”. Tú mejor que nadie, podías conocer la verdad del axioma: ”Quien presta libros, pierde libros”, y enseñar a Carlos Lamb que existe otra clase de individuos que piden libros prestados: los que no los devuelven.
Así quedará probado, mal que pese a Desbarreaux-Bernard, que les livres sont desamis qui trompent quel que fois, y que sí puede ser verdad la sentencia: celui-là meurt à bon droit deshonoré qui n’aime pas les livres, no es menos cierto que el amor hacia el libro no salva del deshonor; así se habrá comprobado una vez más la profunda exactitud del aforismo holandés: no todos los que estudian libros aprenden y se podrá añadir a la frase de Geyler, los libros han atontado a unos, alocado a otros, otra oración: y convertido a otros en ladrones.
Quizás esperabas que la retórica de los abogados y peritos defensores consiguiese, sino absolverte, obtener una ligera pena, mientras que te han encerrado, quizá para siempre, oh desgraciado bibliocleptómano, en tétrico manicomio, donde pueden darte, para sosegar tu insaciable obsesión, el cargo de bibliotecario, esta vez sin ningún peligro.
¡Pobre Roberto! Multae te literae ad insaniam convertunt.

Carlos Boselli
Trad. Del original italiano inédito por Víctor Oliva

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Bueno, c’est fini, espero que os haya gustado... tenéis una reproducción facsímil en la Cervantes Virtual (enlace retirado). Si preferís leerlo al completo aquí, ahí van los enlaces de las entregas:

los libros de Marzal

LOS LIBROS

In memoriam José Navarro Bernia

Incluso los desafortunados acompañan,
pues la sola tarea de evitarlos, de alejar su lectura
y aprender el error entre sus páginas,
puede convertirse, a nuestros ojos,
en la razón de ser de muchos libros.
(Hay libros, hay autores,
hechos a la medida del desdén).

Los íntimos, los que ya son nosotros sin remedio
(y que no son, por tanto, los mejores)
se contienen en una breve cifra.
Los elige el azar, están en ocasiones
unidos a la anécdota (y no siempre dichosa),
a sus palabras añadimos nuestras insuficiencias,
nuestro rencor, que no los contaminan,
y somos codiciosos de su brillo, tan similar,
tan ajeno a los brillos del mundo.

Su ley, su centro reside en hacernos capaces
de habitar la emoción cuando lo deseamos.
Son dueños de un rasgo todos ellos
que no sé descifrar: y es que tras conocerlos
uno ya nunca puede volver a ser el mismo.

Carlos Marzal

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MARZAL, Carlos. Sin porqué ni adónde. Sevilla: Renacimiento, 2003. ISBN: 84-8472-114-0. 258 p.

en Deventer con Álvaro Valverde

QUÉ mejor paraíso
para alguien que escribe
que una ciudad entera
consagrada a los libros.

Bajo la lluvia torrencial,
esta ciudad murada
parece un barco ebrio
que flota a la deriva.

Aquí,
a orillas del río Ijssel,
donde firme subsiste
la vivienda de piedra
más antigua de Holanda;
donde quedó asentada
la primera biblioteca científica
del oeste de Europa;
a esta tierra plana
donde de niño vivió Erasmo,
llegó la imprenta
a mediados del XV.

Desde entonces los libros
son los reyes de Deventer.

Lo pudo uno apreciar
en una de las calles
comerciales del centro.
Un librero de viejo
fatigaba volúmenes
en las estanterías.
La luz del interior era dorada.
En ese instante,
hubiera cambiado mi destino
por el suyo: el de alguien
que concibe este mundo
como una biblioteca
que se ordena.

(Deventer)


Álvaro Valverde

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Álvaro Valverde [en línea]. Madrid: Fundación Juan March, 2004. http://www.march.es/conferencias/poetica/editados/pdf/AlvaroValverde.pdf [Consulta: 14 de febrero de 2005]