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...porque el mundo es un libro que nos lee...

ELOGIO DE LOS LIBROS  

Por la descripción del paraíso, y la ceguera de Tobías y por el viaje de Jonás alojado en el vientre de una ballena.
 
Por las aventuras de Ulises a través de un mar color de vino y por la explicación de sus hazañas hasta que pudo regresar a Ítaca.
 
Por las enseñanzas de Virgilio acerca del tiempo que nos huye, irremediable, y, cómo no, por las de Horacio, que nos animó a disfrutar del momento que pasa y a llevar una vida retirada y modesta. 
  
Por los jardines y fuentes de los versos árabigos, porque evocan la pérdida del inmenso desierto.
 
Por la flor del cerezo y la luna y el río, y por los pabellones y por las batallas que cantan los poemas de los clásicos chinos.

[...]

Álvaro Valverde

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(tenéis el texto completo de esta delicia de elogio en el enlace; confieso que no lo conocía; di con él gracias a la lista de correo Animación a la lectura, que, por cierto, abre blog)

olor a moho, y a ratón, y a cera...

Ir añadiendo hallazgos a nuestra pequeña (aún) colección de sonetos libroides es una pequeña alegría :O)

El de hoy, bien construido y sabio en creación de ambiente, lo hemos tomado de aquí (buen recurso este Portal del libro ).

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EX LIBRIS 

Tomo de antiguo cuño, que tenía
Olor a moho, y a ratón, y a cera.
No sé por qué, temblando, día a día
Yo lo abría en la página primera.

Allí estaba, con rara ortografía,
Escrito el nombre de la obra. Y era
Debajo de él una litografía,
Quizás de alguno que murió en la hoguera.

Calzaba, con la punta hacia adelante,
Una capucha como la del Dante.
Un aire de perfidia y de sarcasmo

Roía sus facciones aguzadas.
Y al pie, entre dos serpientes enlazadas,
Esta palabra misteriosa: Erasmo .

Horacio Rega Molina

Bodonis algebraicos...

ODA A LA TIPOGRAFÍA

Letras largas, severas,
verticales,
hechas
de línea pura,
erguidas
como el mástil
del navío
en medio
de la página
llena
de confusión y turbulencia,
Bodonis
algebraicos,
letras
cabales,
finas
como lebreles,
sometidas
al rectángulo blanco
de la geometría,
vocales
elzeviras
acuñadas
en el menudo acero
del taller junto al agua,
en Flandes, en el norte
acanalado,
cifras
del ancla,
caracteres de Aldus,
firmes como
la estatura
marina
de Venecia
en cuyas aguas madres,
como vela
inclinada,
navega la cursiva
curvando el alfabeto:
el aire
de los descubridores
oceánicos
agachó
para siempre el perfil de la escritura.

Desde
las manos medioevales
avanzó hasta tus ojos
esta
N
este 8
doble
esta
J
esta
R
de rey y de rocío.
Allí
se trabajaron
como si fueran
dientes, uñas,
metálicos martillos
del idioma.
Golpearon cada letra,
la erigieron,
pequeña estatua negra
en la blancura,
pétalo
o pie estrellado
del pensamiento que tomaba forma
del caudaloso río
y que al mar de los pueblos navegaba
con todo
el alfabeto
iluminando
la desembocadura.
El corazón, los ojos
de los hombres
se llenaron de letras,
de mensajes,
de palabras,
y el viento pasajero
o permanente
levantó libros
locos
o sagrados.
Debajo
de las nuevas pirámides escritas
la letra
estaba viva,
el alfabeto ardiendo,
las vocales,
las consonantes como
flores curvas.
Los ojos
del papel, los que miraron
a los hombres
buscando
sus regalos,
su historia, sus amores,
extendiendo
el tesoro
acumulado,
esparciendo de pronto
la lentitud de la sabiduría
sobre la mesa
como una baraja,
todo
el humus
secreto
de los siglos,
el canto, la memoria,
la revuelta,
la parábola ciega,
de pronto
fueron
fecundidad,
granero,
letras,
letras
que caminaron
y encendieron,
letras
que navegaron
y vencieron,
letras
que despertaron
y subieron,
letras
que libertaron,
letras
en forma de paloma
que volaron,
letras
rojas sobre la nieve,
puntuaciones,
caminos,
edificios
de letras
y Villon y Berceo,
trovadores
de la memoria
apenas
escrita sobre el cuero
como sobre el tambor
de la batalla,
llegaron
a la espaciosa nave
de los libros,
a la tipografía
navegante.

Pero
la letra
no fue sólo belleza,
sino vida,
fue paz para el soldado,
bajó a las soledaades
de la mina
y el minero
leyó
el volante duro
y clandestino,
lo ocultó en los repliegues
del secreto
corazón
y arriba,
sobre la tierra,
fue otro
y otra
fue su palabra.
La letra
fue la madre
de las nuevas banderas,
las letras
procrearon
las estrellas
terrestres
y el canto, el himno ardiente
que reúne
a los pueblos,
de
una
letra
agregada
a otra
letra
y a otra,
de pueblo a pueblo fue sobrellevando
su autoridad sonora
y creció en la garganta de los hombres
hasta imponer la claridad del canto.

Pero,
tipografía,
déjame
celebrarte
en la pureza
de tus
puros perfiles,
en la redoma
de la letra
O,
en el fresco
florero
de la
Y
griega,
en la
Q
de Quevedo
(¿cómo puede pasar
mi poesía
frente a esa letra
sin sentir el antiguo escalofrío
del sabio moribundo?),
a la azucena
multi
multiplicada
de la
V
de victoria,
en la
E
escalonada
para subir al cielo,
en la
Z
con su rostro de rayo,
en la P
anaranjada.

Amor,
amo
las letras
de tu pelo,
la
U
de tu mirada,
las
S
de tu talle.
En las hojas
de la joven primavera
relumbra el alfabeto
diamantino,
las esmeraldas
escriben tu nombre
con iniciales frescas del rocío.
Mi amor,
tu cabellera profunda
como selva o diccionario
me cubre
con su totalidad
de idioma
rojo.
En todo,
en la estale
del gusano
se lee,
en la rosa se lee,
las raíces
están llenas de letras
retorcidas
por la humedad del bosque
y en el cielo
de Isla Negra, en la noche,
leo,
leo
en
el firmamento frío
de la costa,
intenso,
diáfano de hermosura,
desplegado,
con estrellas capitales
y minúsculas
y exclamaciones
de diamante helado,
leo, leo
en la noche de Chile
austral, perdido
en las celestes soledades
del cielo,
como en un libro
leo
todas
las aventuras
y en la hierba
leo,
leo
la verde, la arenosa
tipografía
de la tierra agreste,
leo
los navíos, los rostros
y las manos,
leo
en tu corazón
en donde
viven
entrelazados
la inicial
provinciana
de tu nombre
y
el arrecife
de mis apellidos.
Leo
tu frente,
leo
tu cabellera
y en el jazmín
las letras
escondidas
elevan
la incesante
primavera
hasta que yo descifro
la enterrada
puntuación
de la amapola
y la letra
escarlata
del estío:
son las exactas flores de mi canto.

Pero,
cuando
despliega
sus rosales
la escritura,
la letra
su esencial
jardinería,
cuando lees
las viejas y las nuevas
palabras, las verdades
y las exploraciones,
te pido
un pensamiento
para el que las ordena
y las levanta,
para el que para
el tipo,
para el linotipista
con su lámpara
como un piloto
sobre
las olas del lenguaje
ordenando
los vientos y la espuma,
la sombra y las estrellas
en el libro:
el hombre
y el acero
una vez más reunidos
contra el ala nocturna
del misterio,
navegando,
horadando,
componiendo.

Tipografía,
soy
sólo un poeta
y eres
el florido
juego de la razón,
el movimiento
de los alfiles
de la inteligencia.
No descansas
de noche
ni de invierno,
circulas
en las venas
de nuestra anatomía
y si duermes
volando
durante
alguna noche o huelga
o fatiga o ruptura
de linotipia
bajas de nuevo al libro
o al periódico
como nube
de pájaros al nido.
Regresas
al sistema,
al orden
inapelable
de la inteligencia.

Letras
seguid cayendo
como precisa lluvia
en mi camino.
Letras de todo
lo que vive
y muere,
ltras de luz, de luna,
de silencio,
de agua,
os amo,
y en vosotras
recojo
no sólo el pensamiento
y el combate,
sino vuestros vestidos,
sentidos
y sonidos:
A
de gloriosa avena,
T
de trigo y de torre
y
M
como tu nombre
de manzana.

 

Pablo Neruda

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ADVERTENCIA: no, no he descacharrado la plantilla CSS: el verso libre es lo que tiene :OP

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Doy la referencia abajo, aunque yo el poema lo he encontrado aquí

NERUDA, Pablo. Nuevas odas elementales; Tercer libro de odas. Barcelona: Ediciones de bolsillo, 2003. ISBN: 8497598180. 416 p.

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Más poemas de trasunto tipográfico en Bibliotecosas:

De los papeles de Julio (II)

Mmm... última oportunidad para don Julio: si bien el relato anterior tuvo un par de comentarios elogiosos, no puede decirse que alcanzara a cosechar una acogida entusiasta; Julito, en realidad te aprecio (tú lo sabes), pero igual deberías tratar de repartir tus esfuerzos en otras bibliobitácoras (a ver si le salen novias, que me monopoliza el blog)...

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De los papeles del archivero de Dorilagua (II)

   Es lo usual que las ediciones modernas de las obras más celebradas de los antiguos incorporen, más cuanto más cuidadas se pretenden, introducciones, prólogos, un sinnúmero de llamadas a pie de página, una biografía del autor, un ensayo histórico sobre la época que enmarcó su trayectoria, etc. 
   Asumimos sin discusión que esta actitud nuestra denota la máxima reverencia hacia el escritor (por mi parte a menudo no puedo evitar imaginarme su airada disensión “si levantara la cabeza”) y su texto; y, sobre todo, damos por bueno que toda esta información obrará a favor de una recta interpretación (¿no estaremos en algunas ocasiones simplemente acatando la del editor?) del escrito. 
  
Elucubrando sobre si todo este conocimiento a priori, añadido a la edición, a veces no, más que desvelar la verdadera intención de la obra, coarta nuestro libre acercamiento a la misma, tropecé por azar de archivero con el manuscrito con cuyo final quisiera culminar el propio. 
   El singular atractivo de este breve fragmento estriba precisamente en nuestra radical ignorancia sobre la identidad de su autor o las circunstancias de su vida y, especialmente, de su muerte. Además, como veremos, debe su encanto a la ausencia de un erudito gramático que hubiera completado y corregido, conjeturando sabiamente, las lagunas y corrupciones del texto cuyo extracto, el final, ofreceré aquí tal como lo hallé:

   "Mi humilde labor de escritor entregado a combatir la superstición que impera en la conciencia de las gentes me ha granjeado múltiples antipatías e incluso el odio de aquellos cuyos zafios trucos he venido revelando, pero ninguno acerbo hasta donde el de Urdiágalo, el más falaz entre los augures que han hecho de la credulidad su negocio. 
   Hace ya veinte años que hice público cómo deslicé, entre las consultas escritas que eran recogidas por sus sirvientes a cambio de dinero, la mía propia, y cuál fue entonces la respuesta de su oráculo. “¿Cuándo se descubrirán las supercherías de Urdiágalo?” fue mi pregunta. Creo recordar que el mensaje que recibí a cambio al día siguiente mencionaba que desconfiara, pues alguien me malquería, las fases de la luna y que vigilara más estrechamente mi salud. 
   La ira que provocó mi treta en Urdiágalo ocasionó nuestro único encuentro hasta hoy. Probablemente aún alguno guarde memoria de cómo me salió al paso en la plaza y del contenido de su original imprecación: Sostuvo entonces el adivino la existencia, para cada escriba, de unas palabras destinadas a ser las últimas que éste trace; las próximas que yo pronunciara, aseguró a gritos, serían aquéllas, las palabras de mi muerte. 
   Por mi parte, sólo di en respuesta un “se equivoca” antes de volver la espalda y abrirme paso entre la multitud cuya atención había reclamado el falso profeta. Aún escuché sin detenerme de voz del susodicho la fecha de mi muerte, premonición lanzada en el cenit de su cólera. 
   Referido lo anterior, nada me complace más que datar mi actual escrito: en breves instantes escucharé las campanas que marcan el final del día prescrito para mi deceso dos décadas atrás. Me alegra pensar que mañana daré a conocer este texto que viene a demostrar que, una vez más como tantas antes, nuestro insigne adivino se equivo"

 

Julio Igualador

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...a los libros de la biblioteca de Mantero...

Del mismo tenor que el de Martínez Sarrión (¿habremos descubierto un locus poeticus?) y, en mi opinión, igualmente precioso:

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A LOS LIBROS DE MI BIBLIOTECA

Sat mea sat magna est, si tres sint pompa libelli
quos ego Persephonae maxima dona feram
Propercio

Cuando muera, llevaros no podré
conmigo. Aunque en vosotros
aprendí tantas cosas,
jamás que a nadie permitieran
tener sus libros en el paraíso.
Pero yo, sin la fiesta
de nuestro asiduo diálogo de amor,
¿cómo podría ser yo mismo?
El paraíso, sin vosotros,
estará mutilado.

Y vosotros sin mí,
¿qué haréis sin mí, hijos míos?
¿Qué extrañas manos abrirán la luz
de vuestras páginas? ¿En qué
salones de irrisión acabaréis,
en qué antros callejeros
de mercader os brindará al tacaño?
Dispersa ya vuestra hermandad,
sollozaréis de soledad y frío.

Conmigo os llevaré.
Ya encontraré algún modo.
Por dejaros en la otra orilla
¿cobrará muchos óbolos Caronte?

Manuel Mantero

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MANTERO, Manuel. Equipaje: (2002-2004). Madrid: RD Editores, 2005. 220 p.

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P.S. (19/11/2005): Habemus locum: indubitable :O)... y de honda raigambre. José Antonio Millán pasó por aquí para apostillarlo. Indispensable la consulta de su anotación del 18 de octubre. ¿No es un lujo cuando alguien al que admiras pasa por tu casa para compartir un pedacillo de su saber? :O)

autobombo

Disculpad la digresión... pero es que no entra ni el tato... :O(

P.S.: corrección, el tato sí que entra... conste :O)

De los papeles de Julio...

Bueno, parece que esta nuestra/vuestra bitácora últimamente no se nutre de otra cosa que de colaboraciones... y bienvenidas sean :O)

Julio Igualador es un compañero de fatigas diversas que a su decir dispone de un grupete de relatines librosos, escritos en un otrora cada vez más lejano, y que se le están apolillando arrumbados en un cajón virtual. Por hoy le vamos a dar cancha :OP y en adelante... bien, dependerá de vuestra acogida ;O)

Ale Julito, adelante con los faroles:

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De los papeles del archivero de Dorilagua... (I)

  La configuración laberíntica de la colosal Biblioteca de Dorilagua escamotea al visitante ocasional los tesoros con que recompensa la fidelidad del asiduo. La obstinación con que frecuento sus vericuetos me ha deparado más de un hallazgo extravagante. Existe, me ha sido vedado revelar su ubicación, una sala subterránea, circular, conocida por pocos, destinada a albergar no cientos sino miles de pergaminos manuscritos; el curioso verá premiado su detenimiento al comprobar que todos ellos consignan idéntico texto. Se trata del más monumental ejercicio de copia de cuantos se conocen.
   Como sabemos, antiguamente, determinados documentos eran elegidos para el aprendizaje de futuros copistas. El criterio de selección no tuvo en cuenta jamás su contenido ni su procedencia, sino sólo lo ejemplar de su caligrafía. De hecho, se ha postulado que muchos copistas se limitaban a remedar los signos, incapaces de descifrar su propio escrito. Múltiples generaciones de copistas debieron ser precisas en el caso que nos ocupa, que en su magnitud semeja un castigo escolar de proporciones gigantescas.
   Lo verdaderamente peculiar del hallazgo no es la reiteración, sino el hecho de que el autor de nuestro modelo parece conocer bien el destino de su texto, jugando a incorporar a su narración el concepto de multiplicación ulterior. Me atrevo a conjeturar un calígrafo hábil y socarrón como autor, por encargo, del texto que paso a transcribir:

 

“  Durante treinta años de mi vida he fatigado las bibliotecas del mundo, compilando confusas referencias; he sacrificado días sin número al aprendizaje de lenguas casi olvidadas. He atravesado enormes extensiones de tierra inhóspita en condiciones adversas, bajo climas inclementes, y sufrido el rechazo del hombre, tomado por demente allá donde di noticia de mi propósito: la conquista de la inmortalidad ha sido mi loco afán.

   La leyenda pretende la existencia de una biblioteca milenaria que esconde una clepsidra: una gota del líquido que encierra basta para tornar inmortal al que descubra su secreta localización. Obsesionado por tal fábula he ido desvelando penosamente el rastro oculto en una miríada de escritos olvidados.

   Numerosos ancianos archiveros avivaron mi ansia al revelarme haber desempolvado en su juventud los mismos textos para un hombre que persiguió idéntica quimera. Algún otro mencionó la oscura maldición que pretendidamente acompañaría tal conquista: he oído referirse a ella en varias lenguas como la circular, la del olvido, del sueño o del retorno...

   Contra lo que mis peores miedos me hicieron a menudo suponer, ha bastado una vida para culminar tal empresa: hace meses que di con la bien custodiada biblioteca; durante todo este tiempo he estudiado el ir y venir de sus celadores. Esta noche he burlado la vigilancia de cien guardias y sólo hace unas horas he penetrado la recóndita estancia circular en que aún me encuentro para descubrir que yo ya he estado aquí muchas veces.

   Mañana despertaré hace treinta años, volveré a recorrer las mismas bibliotecas, conversaré con ancianos archiveros que quizá conocí jóvenes o con los hijos de los que supieron darme razón de mí mismo, aprenderé de nuevo idiomas que hoy domino, descreeré la maldición de que soy presa, penetraré, quién sabe cuántas veces lo hice ya, en esta misma dependencia para recobrar, otra vez, dentro de treinta años, mi memoria de inmortal.”

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Julio Igualador

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¡aguante Inma!

Hay que hacer causa...

Lo dicho: bienvenida, oh Inma, la ojizarca, la de múltiples afeites... primigenia musa y fetiche del bibliodocublogomundo este :O)

una bibliotecoide en lo de Orwell

Me llamo Inma, soy de Granada Guadix, y soy licenciada en biblioteconomía y documentación...

Me he quedado patidifuso, patitieso y yo creo que hasta patizambo... acabo de oir esto en la tele... en ¡¡¡¡Gran Hermano!!!! :O)

Suerte chica, que no se diga que es que no somos corporativos :O)

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P.S. (21/10/2005): al parecer lo posteamos simultáneamente Barbol, Catorze y el que suscribe... pero la cosa se comenta en donde Barbol, así que Véase Véase.

P.S. (22/10/2005): seguimiento exhaustivo en véaseademás, en donde se da razón también de los comentarios de otros bibliodocublogueros...

Bienvenida, oh Inma, la ojizarca, la de múltiples afeites... primigenia musa y fetiche del bibliodocublogomundo este :O)

...ya tenemos botoncillo...

bibliotecosas: silva bibliotecaria de varia lección

El que quiera enlazarnos con botoncillo, ya puede hacerlo... Nos hemos fabricado éste en http://www.pixelbutton.com

...de cómo poseer todo el conocimiento...

Vamos con un segundo post dominical, que luego me reconviene Catuxa (y con razón) porque no me prodigo...
Desde el principio de nuestra singladura, el tema de la biblioteca total, perfecta, ideal, se nos ha convertido en una especie de leit motiv, casi un telos... Hemos fatigado (que diría aquél) referencias sobre el tema en la literatura, la filosofía, la ciencia... a lo largo y ancho de la cultura. ¿Cuánto espacio ocuparía esa madre de todas las bibliotecas? ¿cómo se organizaría? ¿qué fondos la compondrían?
Y ahora... ¿precisaría albergar todos los libros posibles, o sólo los existentes? Y aún más: ¿y si bastara con sólo unos cuantos, una combinación equivalente al todo????

Esta última parece ser que tesis que apuntala el relato Lo que dicen los libros de Marcos Giralt Torrente, del que hemos ido entresacando el siguiente diálogo, que tiene lugar en la sala de lectura de una biblioteca de facultad.

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[…]
[…] me había puesto a hojear los libros desplegados en la mesa y que, no tanto porque aún me intrigara su desconcertante variedad como porque representaban un pretexto para llenar el silencio que se avecinaba, le pregunté cuál de ellos estaba leyendo.
[…]
- Supongo que no todos –añadí al ver que se alargaba demasiado en la contestación. Y luego, como matizando una frase que de pronto me sonaba indiscreta-: Supongo que no te interesarán todos por igual.
- ¿Leer? –inquirió al punto-. ¿Es que puedes tú leer todos los libros?
- ¿Todos los libros? […]
- Digo leer todos los libros en un sentido equivalente al que utilizaríamos para referirnos a un coleccionista de sellos –dijo tras unos segundos de espera-, a un coleccionista de sellos británico por ejemplo, que puede tener o anhelar tener, sin que en principio haya nada que se lo impida, un ejemplar de todos los sellos de la Commonwealth.
- Pero sabes bien que eso no es posible […]
- Sí, estoy de acuerdo –contestó él-. Aun así convendrás conmigo en que no deja de ser sino una imposibilidad sólo material. Insalvable quizá, pero material al fin y al cabo […]
[…] Lo mismo cabe decir de los cuadros de un pintor, de todos los cuadros pintados en un siglo y también, ¿por qué no de todos los cuadros que se han pintado en la historia, los que se conservan y no se han quemado o perdido […] Es sólo un problema espacial el que dificultaría reunirlos todos, un problema espacial y la voluntad, claro está, de pintores, coleccionistas y museos. Pero, dime, ¿ocurre igual con los libros?, ¿pueden leerse (no digo tener) todos los libros que se han escrito, todos los libros editados en español desde el siglo XVI?
[…]
No te esfuerces, nadie puede. Aun en el caso de que estuvieran todos a nuestra disposición, la vida es limitada y no tenemos tiempo; ni los mayores eruditos de quienes se dice que lo han leído todo, han tenido tiempo para tal cosa. En cambio –pareció dudar-, sí es posible obtener el conocimiento que nos proporcionaría esa lectura, por algo se dice que somos ángeles caídos. La dificultad no es de capacidad sino de procedimiento para adquirirlo, para recordar ese conocimiento.

[…] gasté una de esas bromas que se gastan cuando se siente la imperiosa necesidad de hablar pero no se sabe qué decir. Algo como que los japoneses no habían inventado todavía la píldora mágica con la que engullir los libros sin que haya que leerlos previamente […]

- La solución es la combinación de unos cuantos elementos. No necesariamente todos –dijo.
- No entiendo
- Ante la imposibilidad de todo –aclaró- la combinación de unos elementos concretos, únicos, debe dar un resultado similar al todo.
[…]
- ¿Quieres decir que piensas en una selección de lecturas, en cuáles son las lecturas apropiadas para llegar a saber acerca de todo?
[…]
- No me has entendido. No me refiero a adquirir el mayor conocimiento posible, sino a todo el conocimiento. No hablo de una simple selección de lectura, sino de los libros que combinados y en un orden determinado permiten alcanzar todo el conocimiento, no el que concierne en exclusiva a un materia o disciplina concreta, sino a todo ¿entiendes?
[…]
Poseo la combinación de los libros que me darán todos los libros. Poseo uno a uno y en su orden los libros que me permitirán alcanzar todo el conocimiento que me proporcionaría leer todos los libros, no sólo los escritos o traducidos en español, sino todos.
[…]

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Bueno, y éste es un buen punto para dejar la trascripción, que no se diga que aquí reventamos nada a nadie. Si el cuerpo os pide más tenéis, como siempre, la referencia aquí mismo:

GIRALT TORRENTE, Marcos. Entiéndame. Barcelona: Anagrama, 1995. 126 p. ISBN: 84-339-0992-4""

aquí se lee una barbaridad: sépase...

Fementido el que diga lo contrario: en España se lee una barbaridad; acaba de demostrarlo Gonzalo Hidalgo Bayal en su blog: una delicia para connoiseurs.

Documentación: ofertas de empleo y cursos

Acabo de enterarme de la existencia de esto... puede ser de verdadera utilidad para mucha gente (ojalá lo sea):

Documentación: ofertas de empleo y cursos


Enhorabuena, ánimo y nuestros mejores deseos :O)

...los libros me hicieron un mundo al que he intentado que éste se pareciera...

1 Los mundos me escribieron un libro
con el que siempre he intentado conversar a solas.

2 He poblado
las cuevas vacías de mi infancia con las letras de todos
los alfabetos. Me rociaron el cuerpo con las cáscaras
podridas de los plátanos maduros. Sentí el dolor en su
raíz más mía y odié las ventanas cerradas
y el óxido de las celdas oscuras.
He llorado mis desgracias
Entre los ojos de mis amigos
Y mis lágrimas besaron algunos labios en los que aún vivo.

3 Los libros me hicieron un mundo
al que he intentado que éste se pareciera.

Julio Vélez

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VÉLEZ, Julio. Escrito en la estela de El último ángel caído. Madrid : Libertarias/Prodhufi, 1993. 54 p. ISBN: 84-7954-172-5

Un librero asesino que llega de Barcelona

Es tiempo de listas de distribución en el bibliodocublogomundo... Ferrán y yo ya manteníamos una pequeña (dos miembros) lista de distribución por correo... postal :O) Le costó tomar impulso y ha tenido que solventar más de un apuro, pero, como podéis apreciar en la imagen, ¡funciona!



Gracias, Ferrán, majo: me lo han dado esta mañana; cuánto esmero en el envoltorio... ¡como que el resto de la mañana me lo he pasado desenvolviendo el bulto! :O)

Acerca de la biblioteca de las visitadoras de Pantaleón

por Jaime Humberto Medina Medina

El escritor peruano Mario Vargas Llosa me ha hecho disfrutar de una buena lectura con su libro Pantaleón y las visitadoras. Por allá en la página 50 me encuentro con un proyecto de biblioteca.

Sucede que el montaje del servicio de visitadoras requirió de un completo estudio de mercadeo, donde incluye usuarios, tiempos, presupuestos y demás.

Pero llama la atención lo referido a la biblioteca del SVGPFA (Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines). Transcribo la parte relacionada con el acondicionamiento del puesto de mando y evaluación de lugar aparente para enganche. Y ahí se refiere a la Biblioteca:

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Que en su afán de adquirir conocimientos científicos más amplios, que le permitan un dominio mejor de la meta por lograr y de la forma de lograrla, el suscrito intentó procurarse, en las bibliotecas y librerías de Iquitos, un stock de libros, folletos y revistas concernientes al tema de las prestaciones que el SVGPFA debe servir, lamentando tener que comunicar a la superioridad que sus esfuerzos han sido casi inútiles, porque en las dos bibliotecas de Iquitos -la Municipal y la del Colegio de los Padres Agustinos -no encontró ningún texto, ni general ni particular, específicamente dedicado al asunto que le interesaba (sexo y afines), pasando más bien unos momentos embarazosos al indagar a este respecto, pues mereció respuestas cortantes de los empleados, y, en el San Agustín, un religioso se permitió incluso faltarle llamándolo inmoral. Tampoco en las tres librerías de la ciudad, la "Lux", la "Rodríguez" y la "Mesía" (hay una cuarta, de los Adventistas del Séptimo Día, donde no valía la pena intentar la averiguación) pudo el suscrito hallar material de calidad; sólo obtuvo, para colmo a precios subidos (recibos 9 y 10) unos manuales insignificantes y fenicios, que responden a los títulos Cómo desarrollar el ímpetu viril, Afrodisíacos y otros secretos del amor, Todo el sexo en veinte lecciones, con los que, modestamente, ha inaugurado la biblioteca del SVGPFA. Que ruega a la superioridad, si lo tiene a bien, se sirva enviarle desde Lima una selección de obras especializadas en todo lo tocante a la actividad sexual, masculina y femenina, de teoría y de práctica, y en especial documentación sobre asuntos de interés básico como enfermedades venéreas, profilaxia sexual, perversiones, etcétera, lo que, sin duda, redundará en beneficio del Servicio de Visitadoras

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Lo demás queda a la imaginación...

Jaime Humberto Medina Medina

...a veces se leen mutuamente...

[...]
El libro me miró fijamente con ojos fríos y anotó algo en una de sus páginas.
-¿Qué vienen a hacer aquí? –preguntó entonces.
-Eso no lo sabemos –intervine yo-. Ni siquiera sabemos dónde estamos.
-¿De verdad? –preguntó el libro-. Entonces se los voy a decir. Se encuentran en el umbral de la biblioteca perfecta.
-¡Pero eso es excelente! –grité-. Desde hace mucho estoy buscando un libro, que...
-Tranquilo –interrumpió el libro-. Aquí hay miles de libros. En realidad están todos los libros que nunca han sido escritos. Hay libros de vidrio, de madera, de plumas y de agua, libros en forma de caballo, de cuerda o de hongo, libros triangulares, piramidales, libros redondos, libros con miles de hojas finas, libros que ni siquiera tienen hojas, libros que contienen todos los principios, los finales o la parte del medio del resto de los libros; en suma, se puede decir que todo lo que se imagina está escrito aquí.
-Suena impresionante –reconoció el poodle-. Entonces la biblioteca debe ser inmensa.
-La biblioteca se compone de salas heptagonales con siete puertas y setenta estanterías, y éstas tienen siete metros de altura y pueden cobijar unos setecientos libros cada una. Una habitación se agrupa con las otras sin ruptura, tal como los panales de miel. En el cielo de cada sala hay una cámara de vigilancia. Los habitantes de la biblioteca son exclusivamente libros. Ninguno tiene un lugar fijo. A veces se encuentran por ahí, otras por aquí.
-¿Y qué hacen los libros todo el día?
-Van de una habitación a la otra, se quedan en una estantería por un tiempo hasa que se aburren y siguen su camino. A veces se leen mutuamente. Pero eso no ocurre muy a menudo. Cada libro piensa de sí mismo que es el mejor. Hay una gran competencia entre ellos. De pronto sucede que se desgarran uno a otro. Pero habitualmente actúan con prudencia, porque saben que los estamos vigilando.
-¿Quién los vigila?
El libro se calló un momento. Después dijo en un murmullo:
-Earl Grey.
-Earl...
-¡Sschhsst! –chilló el libro-. ¡Silencio! Nadie debe pronunciar el nombre de nuestro Maestro, ¡ni siquiera pensarlo! Él es omnipotente, omnisciente y semejante a Dios. Nada le costaría destruirnos.
[...]
De pronto reinó un silencio sepulcral.
-Un día –continuó el libro-aduana-, nadie sabe a qué hora exactamente, el Maestro abrirá la biblioteca para escoger el libro más digno. Cada uno de los libros se esfuerza por ser el más digno, en las palabras, en su tema y en los pensamientos. Es que el Maestro sabe leer nuestros pensamientos, los lee igual que a los libros.
[...]

Gion Mathias Cavelty

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CAVELTY, Gion Mathias. Ad absurdum o Un viaje al laberinto de los libros. Barcelona [etc.]: Andrés Bello, 1999. ISBN: 84-89691-66-5

Acerca de un libro que no me robé

por Jaime Humberto Medina Medina

Lo que a continuación van a leer es cierto. Es la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.

Sucedió en Medellín, Antioquia, Colombia. Eran los años 80. Pasaba por una librería ubicada cerca al Parque de Berrío. En la vitrina externa observo un libro titulado BACANO LLAVE del autor ALBERTO PIEDRA.

El libro era una recopilación de textos publicados en una revista sobre farmacodependencia titulada CONCIENCIA. Narraba la historia de un personaje, joven, mariguanero, quien vivía en la comuna Nororiental de Medellín, allí donde se han tejido historias de sicariato. Conocía los textos porque antes de ser bibliotecario de un colegio era mensajero y podía leer las revistas que llegaban al apartado postal.

Fue muy emocionante encontrar el libro para lo cual me dispuse a comprarlo. Entré a la librería y pregunté por el precio. Nadie me respondió. Insistí sin resultado positivo. En ese preciso momento entró un amigo con el que había estudiado en la facultad de economía y le comenté lo que pasaba a lo cual me insinuó que saliera con el libro sin pagarlo. Yo me negué a esto. El amigo lo pensó y salió de la librería con el libro en la mano. Afuera me lo entregó.

Ese libro es uno de los más apreciados, por su historia y por la forma como lo obtuve. Pero juro que yo no me lo robé...

Jaime Humberto Medina Medina

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...y más aún del otro lado del charco...

Inminente la publicación aquí de... ¡¡¡otra colaboración trasatlántica de postín!!!: será un viejo conocido en estos lares, Jaime Humberto Medina, que ya nos ha puesto sobre la pista de más de un hallazgo impagable; y será desde la (a su decir) querendona, trasnochadora y morena ciudad de Pereira, Risaralda, en Colombia :O)

Gracias anticipadas, Jaime, por pasarte por aquí a dar lustre a esta nuestra/vuestra bitácora cada día más intercontinental...

transoceánicos estamos...

Esta bitácora se complace en anunciar a su distinguido público la próxima colaboración en este nuestro/vuestro blog nada menos que de Jorge Amoxcalli, desde la otra orilla de... el Atlántico :O)

Permanezcan atentos a sus monitores.