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La novela de un exlibris (III)

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- ¿Una nueva adquisición? pregunté cogiendo un volumen aún intonso, seguramente de edición reciente, que brillaba en medio de la mesa. - ¡Ah, sí!... No lo he leído, pero tiene que ser muy interesante. Es la última novedad de Langenscheidt, el editor berlinés. ¡Los alemanes, qué bien editan! El título, traducido, suena: "Memorias del príncipe de los ladrones". Su autor: el mismo "príncipe" Jorge Manolescu, un rumano que, después de mil fechorías, se mete a periodista; se dice de él... - Tan interesante como quieras, (dije interrumpiéndole), pero permíteme decirte que no le veo la utilidad. Acuérdate del antiguo proverbio italiano "Non v'è maggior ladro..." - Eh..!? - "...di un cattivo libro". Y de aquel otro adagio alemán: "Muchos libros y poco dinero en los bolsillos". - ¿A qué tales citas? - No lo tomes a mal, querido; me las ha sugerido este libro, desconocido para mí, y que puede ser excelente. Además, perdona la rudeza, me asusta un poco, para un joven en tu situación, una biblioteca tan rica... y sentiría que acumulases un capital en comida para las polillas, sin pensar en tu porvenir... - No hay miedo. Recuerdo siempre la prescripción de Geyler, un alemán del 1500, "Los libros han atontado a unos y alocado a otros". Yo, en cambio, estoy en perfecto equilibrio mental, y así espero seguir siempre. Mis padres han muerto, estoy solo en el mundo y sin intención de crearme una familia. Soy malthusiano. Gasto en libros lo que ahorro, procurándome medios de estudiar, abriéndome quizás la senda que ha de llevarme a producir obras útiles a la humanidad. Porque has de saber que si me conociste en los bancos del colegio católico y monárquico, me vuelves a ver ahora ateo y socialista... socialista revolucionario y aún diré, en teoría, anarquista... - ¿Anarquista?... ¡Me asustas con tu carita tímida de conservador!

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Y seguirá continuando...

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