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Bibliofilia: pasión y delito

por Catuxa

Dicen los expertos que el coleccionismo se puede considerar como una alteración de la psique en la cual intentamos suplir una falta que tenemos situada en el subconsciente, y para cubrir esta falta se nos da por coleccionar sellos, postales, marcapáginas o libros.

La RAE define:

bibliofilia.
(De biblio- y -filia).
1. f. Pasión por los libros, y especialmente por los raros y curiosos.

Pero si bien es cierto que la bibliofilia es el amor por los libros, no lo es necesariamente por su contenido, lo que provoca una curiosa manera de amarlos. De la colección del libro como objeto, de la pasión por el libro, y de lo que rodea a este afán coleccionista, quiero contaros algunas anécdotas, a las cuales llegué a través de, como no, un libro:

La isla de los mapas perdidos, de Miles Harvey, relata las peripecias del anticuario Gilbert Bland Jr., que dedicó parte de su vida al robo de decenas de valiosos mapas de las más importantes bibliotecas de investigación de Estados Unidos y Cánada, sin importarle para ello, cometer diferentes actos delictivos. Las aventuras del especializado cleptómano, son el leit motiv para iniciar un viaje por la historia de la cartografía. El autor escucha las manifestaciones de ira de los bibliotecarios víctimas de Bland y reconstruye su trayectoria vital, desde sus roces con la ley hasta su traumático servicio militar en Vietnam. Y finalmente, con la ayuda de un agente del FBI, Harvey descubre la isla de los Mapas Perdidos.

Harvey cita en su obra a algunos famosos bibliófilos:

El culto por la adquisición en el Renacimiento tenía también su lado oscuro. El coleccionismo compulsivo podía degenerar a veces en robo, y alguno de los grandes escritores y eruditos de la época sucumbieron aparentemente a este impulso. Se cree que Giovanni Boccaccio, autor del Decamerón y amigo de Petrarca, saqueó una biblioteca monástica en su búsqueda de una pieza sin descubrir de la literatura clásica.


Los ejemplos se suceden, y así nos encontramos con una curiosa manera de disculpar esta clase de robos:

Poggio Bracciolini, uno de los más famosos bibliófilos de su época, justificaba su aparente robo de otra biblioteca monástica afirmando que los libros "no estaban guardados de acuerdo a su valor, sino que yacían en un desván sumamente lúgubre y óscuro [...] un lugar en el que dificilmente habrían sido arrojados los delincuentes condenados" (Citado en John Addington Symonds, Renaissance in Italy: The Revival of Learning, vol.2 Charles Scribner´s Sons, Nueva York, 1907, pág. 99).


Para estos afanados coleccionistas y bibliófilos y para todo aquel que tenga tentación de salvar del olvido o de un lúgubre rincón a los libros, en la biblioteca del monasterio de San Pedro de Barcelona hay una inscripción que dice:

"A aquél que robe, o se lleve en préstamo y no devuelva, un libro de su propietario, que se convierta en una serpiente en su mano y le desgarre. Que le aqueje la parálisis, y todos sus miembros se malogren. Que languidezca con dolor pidiendo a voz de cuello misericordia, y que no cese su agonía hasta que cante en disolución. Que los ratones de biblioteca roan sus entrañas como prueba del gusano que no muere. Y cuando por fin acuda a su castigo final, que las llamas del infierno lo consuman para siempre".


Como en toda pasión: ¡Cuidado con lo que amáis, y sobre todo, cuidado cómo lo amáis!

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HARVEY, Miles. La isla de los Mapas Perdidos. Madrid: Editorial Debate, 2001. ISBN: 8483064081

3 comentarios

Yavannna -

Corto paso del amor al delirio.. me ha encantado eso de : ¡Cuidado con lo que amáis, y sobre todo, cuidado cómo lo amáis!

La bibliofilia extrema es un deporte de riesgo :P
En serio, hay mucho que debería de cuidarse ciertos males, la pasíon por los libros puede llegar a tal extremo de no tener lugar donde dejarlos.

Catuxa -

Gracias Iulius por la oportunidad :)

Y como dicen Ferran, el paso del amor a la obsesión es nuy cortito, en nuestro país... las pasiones de algunos produjeron más de un saqueo y pecado.

Ferran -

Buen post, Catuxa. Muchas veces lo peor es que el enemigo está dentro, por decirlo peliculeramente: si la biblioteca de la Universidad de Barcelona creció en el s. xix al recibir los fondos de los conventos desamortizados, también perdió mucho material a finales del mismo siglo porque su responsable decidió ponerlo a buen recaudo :P Y en este afán coleccionista, el paso del amor a la obsesión es muy cortito...