giacomo, colinas y waldstein
¿Cuántos bibliotecarios pueden preciarse de rebasar la centena de amantes?
Nuestro colectivo puede presumir al menos de uno -bien alto el pabellón bibliotecoso :O)-. Nos avala nada menos que el celebérrimo Giacomo Girolamo Casanova (1725-1798), que pasó los últimos años de su vida apasionada/apasionante como bibliotecario del Conde de Waldstein, redactando sus gloriosas Memorias entre registro y registro.
La anécdota la glosa el poeta Antonio Colinas en un poema exquisito y delicado. Los interesados tenéis una buena edición digital del poeta a cargo de la Fundación Juan March.
Ahí va el poema (ganas me daban de abrir un tema nuevo sobre "bibliotecas en el erotismo", no lo descarto...):
GIACOMO CASANOVA ACEPTA EL CARGO DE BIBLIOTECARIO QUE LE OFRECE, EN BOHEMIA, EL CONDE DE WALDSTEIN
Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces, he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serrallos azules de Estambul.
COLINAS, Antonio. Sepulcro en Tarquinia. Barcelona: Lumen, 1976.
68 p. ISBN: 84-264-2709-X
Nuestro colectivo puede presumir al menos de uno -bien alto el pabellón bibliotecoso :O)-. Nos avala nada menos que el celebérrimo Giacomo Girolamo Casanova (1725-1798), que pasó los últimos años de su vida apasionada/apasionante como bibliotecario del Conde de Waldstein, redactando sus gloriosas Memorias entre registro y registro.
La anécdota la glosa el poeta Antonio Colinas en un poema exquisito y delicado. Los interesados tenéis una buena edición digital del poeta a cargo de la Fundación Juan March.
Ahí va el poema (ganas me daban de abrir un tema nuevo sobre "bibliotecas en el erotismo", no lo descarto...):
GIACOMO CASANOVA ACEPTA EL CARGO DE BIBLIOTECARIO QUE LE OFRECE, EN BOHEMIA, EL CONDE DE WALDSTEIN
Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces, he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serrallos azules de Estambul.
COLINAS, Antonio. Sepulcro en Tarquinia. Barcelona: Lumen, 1976.
68 p. ISBN: 84-264-2709-X
9 comentarios
David Ch -
Javier -
David Ch -
Javier -
Iulius -
JAIME -
Barbol -
Javier -
:-D
Javier -
Pues menos mal, si llegan a estar animados se funde hasta a los cocodrilos...