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...la biblioteca del paciente del doctor inverosímil...

Que aquí somos ramonianos y lo llevamos bien a gala es algo que a nadie se le oculta… La bagatela ("¡Viva la bagatela!", que decía aquél) del día la hemos tomado esta vez de El doctor inverosímil, en ejemplar que referenciamos abajo :O)

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LA BIBLIOTECA

Parecía una araña seca, de esas que cree uno que se van a mover, pero que después se ve que están muertas. Él había tramado toda aquella colección de libros que le envolvían, y, sin embargo, estaba muerto en medio de ellos. A la araña le sirve por último de mortaja su propia tela.
- Doctor, doctor… Yo me siento seco por dentro, completamente seco… No puedo ni tragar un poco de saliva de vez en cuando, esa poca saliva que es como el petróleo de nuestra vida.
- ¿Es que lee usted mucho? ¿Es que se está usted hasta las altas horas de la mañana trabaja que trabaja?
- Le voy a ser a usted franco… No… Estoy aquí siempre, sí, pero descabezo muchos sueños sobre los libros, y, sobre todo, miro sus lomos como el viejo verde que va a ver muslos de bailarinas a los Kursales.
- ¿Qué calefacción tiene usted?
- Calefacción por agua caliente.
- Entonces no es eso… ¿Es usted casado y vive una vida de pequeñas ruindades y mezquindades al lado de su esposa?
- No. Tampoco… Yo no soy más que un viejo lector… He coleccionado mis libros y nada más.
- ¿Y qué otros síntomas siente usted?
- Yo sólo siento que me van enterrando los días, que la tierra y el polvo me envuelven, que la caspa del tiempo cubre mi cabeza y me abruma…
Por las vidrieras herméticas entraba, tiñéndose con los colores de los cristales, una luz viva morada y rubia.
Los estantes de las librerías eran muy hondos y se quedaban con toda la luz, con los ruidos, con las palabras. Era como opaca y sorda la habitación por causa de las grandes librerías.
No sé por qué, mirando las librerías ya tuve la sospecha de que de aquellos recodos oscuros procedía aquella enfermedad que iba desustanciando y arruinando al pobre viejo.
Me acerqué a los estantes y quité un montón de libros de su sitio. Detrás había la espesa pelusa del polvo, esa lana que da como los carneros.
- ¿Pero cuánto tiempo hace que no limpian esta biblioteca?
- Muchos años… Porque no dejo que lo hagan, porque me lo desarreglarían todo.
- Deje que lo desarreglen… Esas apretadas anginas que usted padece, esa sequedad, ese empolvamiento interior en que siente usted que va siendo enterrado, todo eso procede de este polvo sutil que hay detrás de las librerías… El polvo peor del mundo, el más maligno, el más fino, el que sabe colarse mejor en el alma y ahogarla como una polilla, como una carcoma imposible de extirpar.

Ramón Gómez de la Serna. 1921

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Mi ejemplar:
Gómez de la Serna, Ramón. El doctor inverosímil. Barcelona: Destino, 1981. ISBN: 84.233.1110.4. 239 p.

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3 comentarios

Yavannna -

Ejem... y el que nos da alergia (al menos a mi :D) aunque sarna con gusto no pica :D ;)

Fénix -

... y es que el polvo de los libros no es sólo el más insidioso, sino el más querido, el que más amamos y el que, a decir verdad, menos trabajo nos da.
Genial éste tu blog.

Yavannna -

Genial Iuliussss!!!!!