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...en donde se percibe "el añejo tufo de los libros"...

CARTA A UNA LIBRERÍA DE VIEJO

Desde los anaqueles silenciosos
y las mesas contritas de carcoma,
surge el añejo tufo de los libros.
Dormida mariposa

desahucia entre unos versos de Musset
la tisis del amor. Otras evocan
algún recuerdo familiar,
la tibia lumbre y la gatuna alfombra.

Quién que no es modera la impudicia
y en consentida ronda
desaliña los tomos con novelas
o versos de antológica prosodia.

El ojo visitante,
entre polvillo y carraspeo, boga
en cajoneras. Remos son las manos
en mares de tratados y de notas.

Con un fingido afecto que enternece,
ajenos a antinomias,
intercambian librero y erudito
vetustos manuscritos que valoran.

Lo que duele como un estiletazo
es descubrir esa dedicatoria,
en la primera página,
de puño y letra del autor, la loa

a la amistad franca y sencilla
que, irrespetuoso, el heredero viola
y olvida entre digestos y revistas
o vende cual bicoca.

Me gusta releerte palmo a palmo,
inventarme en un párrafo, una estrofa,
conversar con las artes
y las letras, metido en tu mazmorra.

Librería de viejo: las señales
del hombre con su forja.
Los pasos demorados y la pausa.
¿No mereces, amiga, ni una copla?


Luis Ricardo Furlan. Mundo de papel y tinta (poemas)

1 comentario

Ferran -

Cuando Xenia aún era Stee y no Ma Claque, definió muy bien este tufo: olor a nuez moscada. A eso huelen los fondos retrospectivos de las bibliotecas, a especias.