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bibliotecas en la literatura

Valverde tiene un lector invisible

Valverde tiene un lector invisible EL LECTOR INVISIBLE

Ya he contado alguna vez que uno es visitante asiduo de la Biblioteca Pública. En pocos sitios me siento tan a gusto, tan en casa. Hablamos de un lugar para todos, lleno de civismo, de silencio y de libros, ¿qué más se puede pedir? Como quiera que el número de revistas que llegan es cada vez menor y las mesas están repletas de estudiantes con cara de ángel y convocatoria de septiembre, me decido por el "servicio de préstamos" y me voy con mi ejemplar puesto. Rara vez hago esto. Me cuesta mucho trabajo leer un libro que no es mío, sobre todo porque siempre leo con un lápiz en la mano (reminiscencia judía, según Steiner) y los surayados y las anotaciones me están vedados en el volumen ajeno. Si no tengo más remedio, recurro a algún amigo de confianza o, claro está, a la biblioteca. No siempre está uno en disposición de comprar todos los libros que quisiera y a cierta edad y unas cuantas mudanzas a la espalda, ya se conoce, por una parte, el peligro que corre quien almacena libros, y, por otra, que la mejor biblioteca privada no es la que tiene más ejemplares. De un tiempo a esta parte vengo notando una curiosa coincidencia ...

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Y por hoy he decidido que os veis monísimos con la miel en los labios (que os dejo con las ganas, vamos) :O)
El que quiera más (no se arrepentirá), que haga lo del cántaro, que vaya a la fuente:

VALVERDE, Álvaro. El lector invisible. Mérida: Editora regional de Extremadura, 2001. ISBN: 84-7671-642-7. 132 p.

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¿Aún con ganas de más?

Poesía:
VALVERDE, Álvaro. Mecánica terrestre. Barcelona: Tusquets, 2002. ISBN: 84-8310-786-4. 128 p.

Narrativa:
VALVERDE, Álvaro. Alguien que no existe. Barcelona: Seix Barral, 2005. ISBN: 8432212008. 240 p.

con Cernuda en este vasto cementerio del pensamiento

BIBLIOTECA

Cuántos libros. Hileras de libros, galerías de libros, perspectivas de libros en este vasto cementerio del pensamiento, donde ya todo es igual, y que el pensamiento muera no importa. Porque también mueren los libros, aunque nadie parezca apercibirse del olor (quizá abunda por aquí literatura francesa, con sus modas que sólo contienen muerte) exhalado por tantos volúmenes corrompiéndose lentamente en sus nichos. ¿Era esto lo que ellos, sus autores, esperaban?

Ahí está la inmortalidad para después, en la cual se han resuelto horas amargas que fueron vida, y la soledad de entonces es idéntica a la de ahora: nada y nadie. Mas un libro debe ser cosa viva, y su lectura revelación maravillada tras de la cual quien leyó ya no es el mismo, o lo es más de como antes lo era. De no ser así el libro, para poco sirve su conocimiento, pues el saber ocupa lugar, tanto que puede desplazar a la inteligencia, como esta biblioteca al campo que antes aquí había.

Que la lectura no sea contigo, como sí lo es con tantos frecuentadores de libros, leer para morir. Sacude de tus manos ese polvo bárbaramente intelectual, y deja esta biblioteca, donde acaso tu pensamiento podrá momificado alojarse un día. Aún estás a tiempo y la tarde es buena para marchar al río, por aguas nadan cuerpos juveniles más instructivos que muchos libros, incluido entre ellos algún libro tuyo posible. Ah, redimir sobre la tierra, suficiente y completo como un árbol, las horas excesivas de lectura.

Luis Cernuda, 1942

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CERNUDA, Luis. Ocnos; seguido de Variaciones sobre tema mexicano. Madrid: Taurus, 1979. ISBN: 84-306-4098-3. 151 p.

...la bibliotecaria no cree lo que ve: un usuario comiendo poesía...

COMIENDO POESÍA

La tinta corre por la comisura de mi boca.

No hay una felicidad como la mía.

He estado comiendo poesía.

La bibliotecaria no cree lo que ve:

sus ojos están tristes

y camina con las manos metidas en el vestido.

Los poemas se han ido.

La luz es tenue.

Los perros están en la escalera del sótano y vienen subiendo.

Sus ojos blanquean,

sus patas rubias arden como la maleza.

La pobre bibliotecaria patalea y llora.

Ella no entiende.

Cuando me arrodillo y le lamo la mano, grita.

Soy un hombre nuevo.

Le gruño y le ladro.

Y retozo con júbilo en la penumbra libresca.

Mark Strand

(Versión de Miguel Ángel Zapata en colaboración con Richard Ford)

a los libros de martínez sarrión

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A LOS LIBROS DE MI BIBLIOTECA

Durarán más que tú,
pero nadie
posará con más gusto su mirada,
aspirará su olor a papel viejo
preferible al perfume más sutil,
recorrerá sus lomos,
los abrirá con igual mimo,
descubriendo tesoros olvidados,
textos, recortes que los complementan,
volviendo a colocarlos con amor
en el sitio cabal, para encontrarlos
-milicia silenciosa y no violenta-
no en más de tres minutos.

Habrá de pasar tiempo,
dejadme imaginarlo,
hasta que se acostumbren a otras manos:
ojalá no sean ásperas con ellos.

Antonio Martínez Sarrión

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MARTÍNEZ SARRIÓN, Antonio. Poeta en diwan. Barcelona: Tusquets, 2004. ISBN: 84-8310-980-8. 163 p.

materiales literarios

Peter Wüthrich es un creador visual en la estela del minimalismo, que suele trabajar sus exposiciones a base de "materiales literarios", con obras elegantes, formalmente muy acabadas y sugerentes. Las imágenes pertenecen al catálogo de la exposición del autor celebrada en 2001 en el Centro Galego de Arte Contemporánea.

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...la pulcritud y el orden de los biblioratos...

Acabo de encontrarlo aquí y según lo leo lo posteo...

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El Acomodador de las Facetas

Tu trabajo es el de acomodador;
eres el Acomodador de las Facetas.
Eres el archivista prolijo
que ordena los archivos
de los estantes del cerebro.
Te apasiona la pulcritud y
el orden de los biblioratos.
Mil temas extraerían
los psicólogos de tus archivos.
Cualquier cerebro es un
Inmenso Archivo,
pero no todos los portadores de cerebros
son archivistas.
Muy pocos se atreven a
ordenar su propia biblioteca mental.
Hay volúmenes un tanto tenebrosos,
otros espantan por su incoherencia,
otros avergüenzan,
otros nos da gusto ordenarlos,
observarlos, limpiarlos, ponerles
títulos y fechas.
Yo me afianzo en mi mundo interno
y me alejo del externo.
Y todo lo que hay que hacer
y todo lo que debería hacer hoy
no me intranquiliza.
Por lo menos exijo el derecho
de ser un loco tranquilo,
que me dejen en paz,
tanto los decadentes como los progresistas
y los optimistas;
yo sólo quiero ordenar mi biblioteca.
Hay cientos de volúmenes sin catalogar,
otros me atrevo a mirarlos de a poco,
con cautela y sobriedad.
Que cada cual ordene su biblioteca,
y cuando esté ordenada que se
vaya a un parque a tomar aire
y a fumar un cigarrillo.

Esteban Costa

El contemporáneo, blog de Esteban Costa

...en donde se descubre un libro que leía los rostros de quienes pasaban sus páginas...

LIBROS

Un libro que después de una sacudida confundió todas sus palabras sin que hubiera manera de volverlas a poner en orden.
Un libro cuyo título por pecar de completo comprendía todo el contenido del libro.
Un libro con un tan extenso índice que a su vez éste necesitaba otro índice y a su vez éste otro índice y así sucesivamente.
Un libro que leía los rostros de quienes pasaban sus páginas.
Un libro que contenía uno tras otro todos los pensamientos de un hombre y que para ser leído requería la vida íntegra de un hombre.
Un libro destinado a explicar otro libro destinado a explicar otro libro que a su vez explica al primero.
Un libro que resume un millar de libros y que da lugar a un millar de libros que lo desarrollan.
Un libro que refuta a otro libro en el cual se demuestra la validez del primero.
Un libro que da una tal impresión de realidad que cuando volvemos a la realidad nos da la impresión de que leemos un libro.
Un libro en el cual sólo tiene validez la décima palabra de la página setecientos y todas las restantes han sido escritas para esconder la validez de aquélla.
Un libro cuyo protagonista escribe un libro cuyo protagonista escribe un libro cuyo protagonista escribe un libro.
Un libro, dedicado a demostrar la inutilidad de escribir libros.

Luis Britto García, 1970

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Grandes minicuentos fantásticos. Selección de Benito Arias García. Madrid: Alfaguara, 2004. ISBN: 84-204-0023-8. 318 p.

el orden en la biblioteca de Britto García

No va a ser el último artículo que dedicaremos a este maestro venezolano de lo breve, ni siquiera a este libro (vid. infra)...

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EL ORDEN EN LA BIBLIOTECA

En mi biblioteca sólo hay dos clases de libros: los que sé que tengo pero no aparecen, y los que aparecen sin que yo supiera que los tengo. No menciono volúmenes prestados, de los cuales ninguno regresa. Nunca los declaro difuntos hasta que su cadáver no es desenterrado en una biblioteca ajena. Hay tomos insurgentes, que cogen el monte de las estanterías y burlan todo operativo de captura. Hay los fantasmas, que se desvanecen. Hay los repetidos, que compré dos veces por no saber dónde tenía guardado el mismo título, o por ignorar que a pesar del título distinto era el mismo libro. Están los tímidos, que la sirvienta deja con el lomo contra la pared y se resisten a revelar su identidad. Hay las ediciones solteronas o vírgenes que por su prestigio debemos frecuentar pero cuya sola vista acongoja. Hay la inmensa mayoría de la que no se puede decir ni bien ni mal y que nunca volveremos a tocar porque no siempre es puerta de la luz un libro abierto: puede ser ventana hacia el fastidio o fosa de un prestigio inventado por la crítica. Hay en fin los eternos, que no es necesario tener en la biblioteca porque los lleva uno en el alma como cicatrices. Si llego a poner orden en mi biblioteca lo pondré también en mi vida. Entonces todo habrá concluido.

Luis Britto García

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BRITTO GARCÍA, Luis. Andanada. Barcelona: Thule ediciones, 2004. ISBN: 84-933734-2-7. 172 p.

...en donde Juvencio Valle agoniza en la biblioteca...

El escritor chileno Juvencio Valle (1900-1999) fue funcionario de la Biblioteca Nacional de Chile donde culminó su carrera como Director de Bibliotecas, Archivos y Museos durante el gobierno de Salvador Allende.

Púlsese para acceder al infrascrito y otros poemas de Juvencio Valle

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Me Muero Irremediablemente

Me estoy muriendo en una Biblioteca
entre libros en fila,
testigos filósofos del hecho;
libros que desde lejos me contemplan,
mudos por fuera,
pero por dentro llenos de elocuencia,
y a quienes digo:
un momento Jorge Manríque,
San Juan de la Cruz, espérame,
Perdóname, Quevedo.

Pidió mi muerte a plazos
el director del establecimiento,
la decretó el Ministro a ciegas,
y las paredes frías
quedaron silenciosas;
el techo de cemento
todavía no se viene abajo,
los mármoles del piso
parecen lápidas.

Oídlo por mi boca:
me muero día a día.
Que lo digan simultáneamente
mi compañero Alfonso Montenegro,
mi amigo Juan Cavada,
la señora Emma,
las tres Marías de la Biblioteca
las dos Zulemas.
Y también los más jóvenes,
desde hoy sentenciados
a morir con el libro en la mano.

El alma se me cae en los tinteros,
nado en un mar de fichas y papeles,
archivadores, cartas,
máquinas de escribir, feroces máquinas
de sumar y multiplicar congojas,
timbres eléctricos,
gritos del emperador doméstico,
números, oficios:
me falta el aire azul,
me ahogo irremediablemente.

Soliciten una junta de médicos,
traigan sus instrumentales los doctores,
alargadme una rama,
llamad a los bomberos.
Aquí se necesitan
brujas en una escoba,
exorcismos violentos,
uñas de la gran bestia,
amuletos o cruces
para espantar el diablo en esta casa.

Píldoras para la libertad perdida,
cuerdas de salvataje,
una ventana abierta al sur,
un caballo ensillado,
una ráfaga.

Venid con yerbas frescas
para mi mal de adentro;
necesito con urgencia una botica,
yo todo me lo tragaré de golpe:
mis días están contados
pero aún pudiera ser tiempo.

Poned un radiograma a los poetas,
que los colegas sepan la noticia,
que nadie ignore cómo me encarnecen,
un cable que escuetamente diga:
"por disposición del jefe de Servicio
—un malo de la cabeza—
a esta hora se está muriendo,
irremediablemente,
Juvencio Valle
en la Biblioteca Nacional de Chile".

Juvencio Valle

...una fanfarria por los bibliotecarios...

Un poema de encargo, a cargo del poeta local Edwin Morgan, para ser leído en la sesión de apertura del sexagésimo octavo congreso de la IFLA (Glasgow, 2002). Como no hemos sido capaces de hallar traducción española, aportamos una propia, de seguro pedestre y cuajada de errores (se agradecerán enmiendas -incluimos el poema original-). Podéis rastrear también notas aclaratorias a los versos.

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LA BIENVENIDA

Una fanfarria por los bibliotecarios, en verso-
Sin notas sin valor, ya florida o escueta-
Es lo que el poeta se compromete a entregar,
El alistador-de-palabras, el dador-de-ritmos.
Los libros han venido, se han marchado y han vuelto de nuevo,
Aunque algunos se escriban con una pluma virtual.
Conservad vuestros elzeviros, pero anotad también los títulos del catálogo de Pantagruel:
La gaita de los prelados, El padrenuestro del simio,
O cualquier otro monstruo de la lista.
Borges concibió la gran formación estrellada,
El universo, que no es sino una biblioteca.
Reunid y dominad sus infolios infinitos
Y podréis pensar que conocéis lo que nadie más conoce.
Lo queremos todo; el universo mismo
Se expande, ¡estanterías más allá de las estanterías que borbotean en el Hubble!
Estrellas que revientan -de información- -de acceso- al alcance de la mano
Estamos en el límite mismo de una estación espacial
En la que la ignorancia no es dichosa, sino drástica,
En la que las curvas de aprendizaje aprenderán a ser elásticas,
En la que debemos buscar, encontrar y utilizar las cosas
Que nuestro motor de búsqueda -¡Oh, tened paciencia!- nos trae.
Digitalizad un Libro de horas iluminado,
No es lo mismo, pero ahí esta, es nuestro,
Y los tiempos muertos hace tanto reviven y nos observan
Mientras interrogamos sus cálculos.
Páginas, cintas, discos o medios desconocidos
Reposan en espera por doquiera una luz se arroje,
Para extender esa luz y que así todos vean
E ingresen paso a paso en la inmensidad.

En Glasgow, Londres, Europa, en todas partes-
Las palabras del poeta pueden desvanecerse en el aire
Pero son palabras de bienvenida. Que vuestros congresos
Florezcan reforzados con los saludos del bueno y viejo Mungo.
Quizá os escucha, mientras ronca a orillas del Clyde,
Con el árbol, el pájaro, el pez y la campana a su lado.
Bueno, podéis hallar su historia en un libro,
En una biblioteca, si sabéis dónde mirar.
De la celda de Mungo al ciberespacio, la realidad
Es un tango de hipertextualidad.
Que tengáis un hermoso baile esta semana, que liberéis
Vuestros tesoros-de-palabras, que traigáis vuestros corazones y vuestro surtido
De todo lo que una biblioteca es capaz de obrar.


Edwin Morgan (trad. provisional de Bibliotecosas)

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THE WELCOME

A fanfare for librarians, in verse -
With no bum notes, whether florid or terse -
That's what the poet engages to deliver,
The word-enroller and the rhythm-giver.
Books have come and gone and come again,
Though some are written by a virtual pen.
Guard your Elzevirs, but also log Titles from Pantagruel's catalogue:
The Bagpipe of the Prelates, The Ape's Paternoster,
Or any other monster from the roster.
Borges thought the great starry array,
The universe, was but a library.
Muster and master its infinite folios
And you could think you knew what no one knows.
We want it all; the universe itself
Expands, shelf beyond Hubble-bubbling shelf!
Starbursts of outreach - access - information -
We're on the very edge of a space station
Where ignorance will not be bliss but drastic,
Where learning curves must learn to be elastic,
Where we must search, and find, and use the things
That our search engine - oh, be patient! - brings.
Digitize a gilded Book of Hours,
It's not the same, but there it is, it's ours,
And long dead times revive and look at us
As we interrogate their calculus.
Page or tape or disk or means unknown
Lie in wait wherever light is thrown,
To spread that light for everyone to see
And step by step enter immensity.

Glasgow, London, Europe, everywhere -
The poet's words may vanish into air
But they are words of welcome. May your meetings
Flourish braced by good old Mungo's greetings.
Perhaps he hears you, snoring by the Clyde,
With tree and bird, fish and bell at his side.
Well, you may find his story in a book,
In a library, if you know where to look.
From Mungo's cell to cyberspace, reality
Is a tango of intertextuality.
Have a fine dance with it this week, unlock
Your word-hoards, take heart and take stock
Of everything a library can do


Edwin Morgan

...de bibliotecas es el coco andante...

Hoy toca soneto (a mí me gustan, a BiDo le gustan... así que seguimos haciendo acopio): otro recalcitrante de Estébanez a Gallardo (esto ya va a ser inquina). Un Adolfo de Castro lo insertó como propio en un folleto burlesco, pretendida biografía de Bartolomé José Gallardo, pero Alborg no duda en la atribución a Estébanez Calderón. De Alborg lo recoge también Francisco Mendoza Díaz-Maroto en su La pasión por los libros: un acercamiento a la bibliofilia.

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Traga-infolios, engulle-librerías,
desvalija-papelas, mariscante,
pescador, ratonzuelo, mareante,
Barbarroja y Dragut de nuestros días.

Más vejete que el viejo Matatías
murcia-murciando va mundo adelante,
de bibliotecas es el coco andante,
capeador, incansable en correrías.

Harto de hormiguear a troche y moche
y de hundir lo que birla desde mozo
en su cueva, insondable cual abismo,

En sueños se levanta a media noche,
coge sus libros y los echa al pozo,
y por garfiar, garfiña hasta a sí mismo.


Serafín Estébanez Calderón

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ALBORG, J. L. El romanticismo. Historia de la literatura española. Madrid: Gredos, 1980. ISBN: 84-249-3146-7. 934 p.

cortázar, el hombre irrazonable y los libros que matan...

Posteado originalmente en la excitante miscelánea El hombre irrazonable.

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En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.

[...]

Julio Cortázar. Instrucciones-ejemplos sobre la forma de tener miedo

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...de los bibliotecarios...

DE LOS BIBLIOTECARIOS

Se trata de una misión nada fácil:
han nacido para explorar los anaqueles de cenizas y montañas de palabras
estallan entre infolios en las zonas más hondas de sus catálogos
Cada hombre, dicen ellos, tiene sus paraísos en estas historias
Consagradas al olvido del diluvio y ven caer la penumbra
desde las altas mariposas de la tarde
Eligen otras materias que clasifican sus memorias y ven la mente del hombre
de las cavernas y la mente del hombre de Dresde, de Xólotl,
y la mente de los hombres de la Catedral Sumergida y la mente
de los hombres de la bomba atómica, el hongo y el Cangrejo y Dallas
en un solo catálogo manifiesto
Las letras entonces comienzan a danzar ante sus ojos y la
imaginación
se agranda hasta el infinito círculo de los planetas para destruir
el sueño de las computadoras tristes
Ahora verán lo que pasa:
una misión nada fácil nace de sus dedos de exploradores
los infolios estallan en las zonas de cenizas y recogen
palabras como mariposas secas en la honda fronda de sus anaqueles
Cada paraíso, dicen, tiene sus bibliotecarios consagrados al olvido
de la penumbra y las materias de arroz pulimentado se consagran
al catálogo de las clasificaciones y recorren la mente del hombre
en submarinos, en bombas atómicas, en tortugas planetarias,
en velocípedos, en canoas indígenas, cuando los códigos lunares
destruyen los sueños de las bibliotecarias solteras
y la imaginación se agranda hasta París, en la danza
que las letras tejen entre sus ocios.

Alfredo Veiravé

...Salvador Novo ante una biblioteca...

BIBLIOTECA

Estos hombres, ¿pusieron lo mejor de sí mismos
en el papel?
Envueltos en silencio; alejados del mundo,
incapaces de hacerlo con azada ni espada,
empuñaron la pluma.
Era su forma resignada
de llenar el minuto vacío de sus vidas;
de sangrar las palabras atadas en su lengua;
de mirarse sin asco en el espejo
que su tinta opacaba;
desesperado intento de perdurar, clavados
cadáveres de insectos;
de no sentirse inútiles ni solos
una tarde, una noche, una hora como ésta;
de aguardar, de entregarse, de florecer sin fruto;
de confiar el fracaso de su muerte
al azar de otra vida
que en soledad, tendiera ¡alguna vez!
las manos y los ojos
a sorber su veneno y a entregarles el suyo.


Salvador Novo

...en donde se percibe "el añejo tufo de los libros"...

CARTA A UNA LIBRERÍA DE VIEJO

Desde los anaqueles silenciosos
y las mesas contritas de carcoma,
surge el añejo tufo de los libros.
Dormida mariposa

desahucia entre unos versos de Musset
la tisis del amor. Otras evocan
algún recuerdo familiar,
la tibia lumbre y la gatuna alfombra.

Quién que no es modera la impudicia
y en consentida ronda
desaliña los tomos con novelas
o versos de antológica prosodia.

El ojo visitante,
entre polvillo y carraspeo, boga
en cajoneras. Remos son las manos
en mares de tratados y de notas.

Con un fingido afecto que enternece,
ajenos a antinomias,
intercambian librero y erudito
vetustos manuscritos que valoran.

Lo que duele como un estiletazo
es descubrir esa dedicatoria,
en la primera página,
de puño y letra del autor, la loa

a la amistad franca y sencilla
que, irrespetuoso, el heredero viola
y olvida entre digestos y revistas
o vende cual bicoca.

Me gusta releerte palmo a palmo,
inventarme en un párrafo, una estrofa,
conversar con las artes
y las letras, metido en tu mazmorra.

Librería de viejo: las señales
del hombre con su forja.
Los pasos demorados y la pausa.
¿No mereces, amiga, ni una copla?


Luis Ricardo Furlan. Mundo de papel y tinta (poemas)

...en donde se descubre que el tema de los libros que nos acompañan a una isla desierta es bien antiguo...

...En su bondad, sabiendo
cuánto amaba yo mis libros, me surtió
de volúmenes de mi propia biblioteca
que yo estimaba en más que mi ducado.
...


William Shakespeare. La tempestad

...en donde se narran las andanzas y desandanzas de una cita de T. S. Eliot...

Etapas de un proceso de banalización:

Paso 1: los dos versos de marras (vid. Infra) se convierten en lugar común entre ponentes, articulistas y conferenciantes sobre gestión de la información, del conocimiento y temas afines.

Paso 2: citada muchas veces de memoria, nuestra cita se va “acomodando” al sentido que cada postulante quiere darle. Alguien descubre que con mudar un par de signos de puntuación, el sentido se modifica sustancialmente, ajustándose mucho mejor a su intención: es así como, por arte de birlibirloque, los versos
“Where is the wisdom we have lost in knowledge?
Where is the knowledge we have lost in information?”

quedan mistificados como
“Where is the wisdom? - Lost in knowledge
Where is the knowledge? - Lost in information”

desde luego de estilo más sentencioso y “publicitario”, un slogan, vamos, y como tal se emplea en un cartel que anuncia la creación de un nuevo Centro de Información.

Paso 3: un ingenio anónimo, concluyendo con razón que a este silogismo le falta un término, añade un colofón a modo de graffiti al cartel:
“Where is the information? – Lost in the library!”

Paso 4: esta divertida y subvertida versión, que para cualquier bibliobitacorista posee un evidente valor añadido, es la que recoge con acierto Catuxa como frase de la semana. Y parece que está empezando a difundirse, pero errando la atribución (más bien ignorando la cuando menos curiosa transmisión textual/hipertextual).

Paso... de que haya más pasos. En fin, que aquí va nuestra enmienda: el incipit del poema “La roca” (1934) de T. S. Eliot en su versión original y con su traducción castellana a cargo de un bibliotecario (ah, justicia poética :O))

Opening Stanza of T. S. Eliot's Choruses from the Rock

The Eagle soars in the summit of Heaven,
The Hunter with his dogs pursues his circuit.
O perpetual revolution of configured stars,
O perpetual recurrence of determined seasons,
O world of spring and autumn, birth and dying
The endless cycle of idea and action,
Endless invention, endless experiment,
Brings knowledge of motion, but not of stillness;
Knowledge of speech, but not of silence;
Knowledge of words, and ignorance of the Word.
All our knowledge brings us nearer to our ignorance,
All our ignorance brings us nearer to death,
But nearness to death no nearer to GOD.
Where is the Life we have lost in living?
Where is the wisdom we have lost in knowledge?
Where is the knowledge we have lost in information?
The cycles of Heaven in twenty centuries
Bring us farther from GOD and nearer to the Dust.


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Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
el cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
conocimiento del habla, pero no del silencio;
conocimiento de las palabras e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía a la muerte no nos acerca a Dios.
¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?
Los ciclos celestiales en veinte siglos
Nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.


T. S. Eliot (1934)
Traducción de Jorge Luis Borges (1937)

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mmm... ¿paso 5?

...en donde Perec sufre de vértigos decimales...

Las clasificaciones

Hay un vértigo taxonómico. Yo lo siento cada vez que mis ojos ven un índice de la Clasificación Decimal Universal (C. D. U.). No sé por qué sucesión de milagros hemos llegado, en casi todo el mundo, a convenir que:
668.184.2.099
designaría el acabado del jabón de tocador y
629.1.018-465
las alarmas para vehículos sanitarios, mientras que:
621.3.027.23
621.436:382
616.24-002.5-084
796.54
913.15
designan respectivamente las tensiones que no sobrepasan los 50 voltios, el comercio exterior de los motores Diesel, la profilaxis de la tuberculosis, el camping y la geografía antigua de la China y del Japón.


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PEREC, Georges. Pensar/Clasificar. Barcelona: Gedisa, 1986. 128 p. ISBN: 84-7432-255-3

de Estébanez Calderón a Gallardo: otro soneto bibliotecoso al canto

Este es conocidillo. Serafín Estébanez Calderón se lo dedica (más bien diríamos se lo perpetra) nada menos que a Bartolomé José Gallardo, bibliófilo, bibliógrafo y bibliotecario de la Biblioteca de Las Cortes (y eterno aspirante a la dirección de la Nacional). Cuenta la leyenda (negra) que Gallardo solía sentarse en la Biblioteca Nacional al lado de una ventana que daba al patio, por la que arrojaba los libros que le interesaban (en el patio había colocado previamente a un fámulo que le iba recogiendo la cosecha). Rodríguez Moñino no da crédito a la anécdota (aunque si non e vero, e ben trobato), como tampoco José Fernández Sánchez en su Historia de la bibliografía en España, que es la obra de la que compilo la cita. En cualquier caso, el soneto merece citarse por su mezcla de humor ácido y mal café:

Caco, cuco, faquín, biblio-pirata,
tenaza de los libros, chuzo, púa:
de papeles, aparte lo ganzúa,
hurón, carcoma, polilleja, rata.

Uñilargo, garduño, garrapata,
para sacar los libros cabría grúa,
Argel de bibliotecas, gran falúa,
armada en corso, haciendo cala y cata.

Empapas un archivo en la bragueta,
un Simancas te cabe en el bolsillo,
te pones por corbata una maleta.

Juegas del dos, del cinco y por tresillo:
y al fin te beberás como una sopa,
llenas de libros, África y Europa.


Serafín Estébanez Calderón

FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, José. Historia de la bibliografía en España. Madrid: Compañía literaria, 1994. ISBN: 84-8213-006-4. 299 p.

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Habemus otro soneto más del mismo tenor: si gusta éste le dedicaremos otro post.
Respecto a Gallardo, aquí se puede descargar gratuitamente su Diccionario crítico burlesco.

El nuevo perfil del bibliotecario o En donde se demuestra que Yavannna tiene para dar y tomar...

por Yavannna (tres enes, conste)

Iulius me oferta la posibilidad de escribir un post para Bibliotecosas, así que aprovecharé la coyuntura y seré rauda y
veloz. Espero os guste.

Recientemente termino de leer La hermandad de la Sábana Santa; en dicho libro, cuyos protagonistas son del
Departamento del Arte (algo así como el CSI de obras artísticas) se hacen varias referencias al papel del bibliotecario, archivero y documentalista.

Sin ir más lejos el nombrado Departamento cuenta entre sus filas con una eficaz documentalista (con escasa aparición en la historia pero varios comentarios de otros protagonistas sobre su eficacia)

No obstante, el papel que más llamó mi atención fue el de un archivero, cuyo perfil se desmarca sobremanera de aquel al que tanto nos tienen acostumbrados. El susodicho archivero es toda una emiencia en búsquedas de información, lenguas y saberes en general, pero su imagen deja de ser la arquetípica para convertirse en un joven con piercing.

¿Será éste el nuevo prototipo del profesional de la información? ¿Cambiaremos a "la vieja" con moño y gafas por este nuevo perfil?

Os dejo con la descripción del susodicho archivero y ya me contaréis qué os parece:

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"El encargado del archivo municipal de Troyes era un joven con piercings en la nariz y tres pendientes en cada oreja que le confesó que se aburría como una ostra en ese trabajo, pero que al fin y al cabo había tenido suerte de encontrarlo puesto que era bibliotecario.

Ana le contó lo que buscaba, y Jean -que así se llamaba- se ofreció para ayudarla en la investigación.

- Así que cree que el visitado del Temple en Normandía era un antepasado de nuestro Geoffroy de Charny. Pero los apellidos no son los mismos.
- Ya, pero puede ser una variación de la grafía del apellido, no sería la primera vez que a un apellido se le cae o se le añade una letra.
- Desde luego, desde luego. Bien, esto no va a ser facil, así que se me echa una mano veremos qué encontramos.

Primero buscaron en los archivos informatizados, luego iniciaron la búsqueda entre los viejos legajos aún sin informatizar. Ana se maravillaba de la inteligencia de Jean. Además de bibliotecario era licenciado en filología francesa, así que el francés antiguo no tenía secretos para él.

- He encontrado una relación de todos los bautizados en la colegiata de Lirey. Es un documento del siglo XIX en el que un estudioso local decidió rescatar la memoria de su pueblo y se entretuvo en copiar los archivos eclesiásticos. Veremos si hay algo ..."


Navarro, Julia. La hermandad de la sábana Santa

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P.S. de Iulius: el título alternativo es mío: entre los múltiples pecados de Yavanna ;O) no está el orgullo.